Varias lecciones debe dejarnos este drama mundial de la pandemia de Coronavirus. Una de ellas, es que debemos ubicar al ser humano como centro del desarrollo de las nuevas tecnologías, y no viceversa; debemos guiar la transformación digital de la administración pública de manera Humano-céntrica, difundir la cultura digital, y crear conciencia de los derechos digitales de los ciudadanos. Esa es para mí, la clave del éxito de la inclusión de las nuevas tecnologías en la vida de las personas humanas.
Debemos trabajar en el concepto de innovación adaptativa. ¿Qué significa esto?, significa que debemos ser parte de la innovación tecnológica y subirnos a la ola de la innovación, pero siempre cuidando a los más vulnerables, a los que no logran adaptarse a los cambios tecnológicos, no se puede innovar descartando al más vulnerable.
La innovación debe respetar los Derechos de las Personas Humanas. La forma de hacerlo es acompañar con presencia física, el ciudadano que no sabe leer ni escribir, o el adulto mayor que no logra entender la tecnología necesitan de la presencia del otro, de una persona humana (esta última palabra en toda su amplitud) que los asista. Es posible que estas personas más vulnerables nunca se adapten a las nuevas tecnologías, eso implica un esfuerzo superior de quienes si entendemos, tenemos una responsabilidad y hay que asumirla.
Creo firmemente en que debemos propiciar la existencia de las oficinas de Investigación y Desarrollo (I+D), donde un grupo interdisciplinario trabaja en el desarrollo de nuevos productos y servicios, en Educación, Salud, Ciencia, etc; pero esa oficina debe tener la misma importancia en personal e inversión que una oficina de Desarrollo Digital Adaptativo: que se ocupe del más vulnerable, una sin la otra no deberían existir, ese es el camino de la innovación Humano-Céntrica.-
“No one left behind” que puede traducirse como “no dejar a nadie atrás o no abandonar a nadie” se trata de una premisa que tiene su origen en las guerras, y por lo general viene acompañada de una imagen donde un soldado, en mejores condiciones físicas, arrastra o lleva en andas a otro soldado herido más vulnerable. Esa es la premisa que debe acompañar a la innovación adaptativa, esa imagen, la de no dejar al más vulnerable librado a su suerte, e intervenir y acudir en su ayuda.
Varias situaciones vividas durante estos difíciles días que transitamos en cuarentena, dejaron al descubierto la vulnerabilidad digital de nuestros adultos mayores. No hemos estado a la altura de las circunstancias con ellos, les debemos mucho más, les debemos nuestra presencia y atención, nos necesitan. La mayoría de ellos no van a lograr ingresar en el mundo digital, y abandonarlos no es una opción: gente entrenada y capacitada específicamente para la tarea debería acompañarlos cuando deban realizar un trámite, esa es una de las posibles respuestas.
Muchos de nuestros adultos mayores ni siquiera reconocen los íconos de las pantallas digitales que se ponen a disposición, ni de las aplicaciones de los celulares ni las PC. Un ejemplo de esto, es la abuelita que quería comunicarse via Skype con su nieta que momentáneamente estaba viviendo en otro país, y nunca lograba conectar la cámara. La nieta le decía: “Abuela tenés el dibujito de la cámara allí en el pantalla, hacé click en el dibujito de la cámara”; la abuela respondía: “no encuentro el dibujito de la cámara”; al poco tiempo la nieta viene de visita y va a lo de la abuela, y mientras charlaban la nieta enciende su Notebook y le muestra la pantalla con el programa Skype a la abuela y le dice: “abuela aquí está la cámara, la ves?”; “si” le responde la abuela, “pero yo pensaba que eso era el dibujo de una bolsita de agua caliente”. La abuela le dio el significado al ícono que su formación le permitía, lo que un adulto mayor ve en una pantalla de un celular o una PC no es lo mismo que ve una persona formada en el mundo digital.
Debemos comenzar a legislar sobre las nuevas tecnologías, para incluir a todos los seres humanos y para colaborar con el desarrollo de la ciencia, lo expuesto es solo una pequeña parte de la monumental tarea que tenemos por delante.
(*) Por Paula Kohan (Abogada en Derecho Civil – Diplomada en Derecho informático)