La fiscala María Cecilia Martiní solicitó hoy una pena para Esteban Hotz de tres años de prisión de cumplimiento efectivo y diez años de inhabilitación, por el delito de homicidio culposo agravado por la conducción imprudente, negligente y antirreglamentaria de un vehículo con motor; excediendo en 30 kilómetros la velocidad máxima permitida y siendo más de una las víctimas fatales. Los querellantes particulares José Mario Aguerrido y Juan Eduardo Ravinale solicitaron cuatro años, y el defensor particular, Jorge Gabriel Salamone, la absolución y subsidiariamente que la sanción sea de ejecución condicional.
El debate fue encabezado por los jueces de audiencia Gastón Boulenaz, Andrés Olié y Alejandra Ongaro, quien hoy, a diferencia de ayer, estuvo presente en la sala. La sentencia, según los plazos que prevé el Código Procesal Penal reformado recientemente, se conocerá el 4 de junio al mediodía. El acusado, al dársele la última palabra, eligió no decir nada.
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Nuevamente la jornada se desarrolló bajo estrictas medidas de seguridad sanitaria, a tal punto que durante el único cuarto intermedio que se dispuso en las más de cuatro horas de deliberaciones, la sala fue nuevamente desinfectada.
Lo que en esta causa se investiga es el siniestro vial ocurrido el 25 de diciembre de 2018, al mediodía, en la intersección de las rutas nacional 5 y provincial 7, en cercanías de Anguil. Allí Hotz –un martillero de 31 años–, manejando un Mercedes Benz B200, embistió a un Peugeot 206 que conducía Franco Gabriel Palacio, cuando éste intento girar en U, para ingresar a la ruta 7, 34 metros más adelante porque se había pasado del cruce.
A raíz de la colisión murieron Palacio, su pareja Guadalupe Abascal –que estaba embarazada–, sus hijos Milagros (6 años) y Gonzalo (3), su hermana Daiana Palacios e Isabella (6), la hija de ella.
Seis minutos.
Martiní, al requerir los tres años efectivos y los diez de inhabilitación para conducir –lo máximo posible–, ofreció entre otros argumentos el informe de una compañía telefónica. Así lo explicó: «Quedó demostrado que el celular de Hotz fue captado por la antena ubicada en la calle Congreso, entre Blanco Encalada y Teófilo de la Colina, a las 11.53. Seis minutos después, a las 11.59, el celular fue captado por otra antena ubicada en Anguil. La distancia en línea recta entre Santa Rosa y Anguil es de 25 kilómetros, aunque por la ruta 5 son unos kilómetros más, y el alcance de las antenas es de cinco kilómetros. Por lo tanto, restando como máximo los cinco kilómetros de cada antena, nos quedarían por lo menos 15 kilómetros. Y para recorrer 15 kilómetros en seis minutos un auto debe ir a 150 kilómetros por hora. Este es un dato objetivo», remarcó.
«Es cierto que la maniobra de Palacio fue indebida, porque debió girar en el cruce y no más adelante, pero la causa del resultado fatal fue el exceso de velocidad de Hotz –añadió–. Esa fue la causa eficiente del siniestro, más allá de la imprudencia de Palacio de doblar 34 metros más adelante. Tome la velocidad que el tribunal tome, el imputado se condujo en forma antirreglamentaria porque iba 30 kilómetros por encima del límite permitido (60 kilómetros)».
Martiní valoró los testimonios de Mónica Siderac y Raúl Eloy Palacio –padres de Franco y Daiana– y hasta de Luis Garzarón, un testigo de la defensa, porque fueron personas que vieron lo que pasó; aunque de este último dijo que «no fue tan objetivo» porque no observó que la Eco Sport del matrimonio estaba estacionada en la dársena para girar a la izquierda, ya que circulaba detrás del Peugeot de su hijo.
«Garzarón tampoco admitió su exceso de velocidad y hasta quizá tuvo una suerte de empatía con el imputado porque dijo que si no hubiera sido Hotz, pudo ser él» quien embistiera al Peugeot, añadió la fiscala. No obstante, no descalificó su relato, sino que sostuvo que «puede haber distintas versiones de un mismo hecho, en función de la subjetividad y las impresiones que le causó a cada uno».
Más adelante, Martiní señaló que «es estéril la discusión sobre la velocidad (a la que Iba Hotz) porque no hay dudas de que se trató de una maniobra imprudente. Incluso, si Palacio, en lugar de querer retomar la ruta 7, hubiese querido ingresar a la ruta 5 para seguir circulando por allí, el siniestro hubiese ocurrido igual por el exceso de velocidad del Mercedes Benz. Palacio todavía estaba en un área de intersección y en el lugar de conflictividad, por lo que existía una velocidad obligatoria de circulación».
Con respecto a los peritos, afirmó que «todos, excepto (Aníbal) García, utilizaron el mismo método para establecer la velocidad de Hotz, pero (el oficial, Pablo) Fuentes fue el único que realizó un informe minucioso y detallado. ‘El concluyó que el Mercedes Benz iba a 174 kilómetros por entender que existió un derrape de frenada y a 155 si no se tuvieran en cuenta el rastro de frenado. Y Víctor Irureta –’el profesor de todos los peritos’, subrayó Martiní– habló de 178. Ambos coincidieron además en que la velocidad del Peugeot, al momento del impacto, no era significativa porque no quedaron rastros en el pavimento».
En cambio, subrayó para los peritos de la defensa esa velocidad fue sustancialmente menor. Antonio Piccirilli –»el más serio y prolijo», indicó– habló de 99 kilómetros, García de 104 y (Hugo) Alvarez de 124. Por ello sostuvo que esos informes fueron «poco claros y pocos serios».
«El único que desarrolló científicamente el trabajo fue Fuentes. Afirmó que si Hotz hubiese ido a 60 kilómetros, estando a 52 metros del impacto, hubiera tardado tres segundos en llegar. Y que el Peugeot debió tardar 1,2 segundos en concluir con su maniobra de retome. Incluso para los peritos de la contraparte ese tiempo debió ser menor porque estimaron para el Peugeot una velocidad mayor. O sea, quedó en claro que si se hubiera respetado la velocidad reglamentaria, el siniestro no hubiese ocurrido», enfatizó.
Para justificar el pedido de pena tuvo en cuenta fallos cercanos en el tiempo, sobre hechos similares, de la propia Audiencia de Juicio y del Tribunal de Impugnación Penal de condenas efectivas, y sumó como agravantes, la destrucción de seis familias, las consecuencias para los sobrevivientes y hasta «la inexistencia de angustia» por parte de Hotz.
«Acción voluntaria».
Aguerrido, que pidió cuatro años de prisión, intervino en el proceso como querellante particular en nombre de Siderac y Palacio, Horacio Roberto Abascal y Fabiana Alejandra Oses (padres de Guadalupe Abascal), Nicolás Rossotto (padre de Isabella Rossotto) y Romina Vanesa Janiel Diez (madre Franco Palacio);
«Hubo una acción voluntaria de ir más rápido de lo permitido. De pasar 500 metros antes por un cartel que decía ‘velocidad máxima a 60 kilómetros’ y continuar acelerando, cuando cualquier conductor, en una zona de conflicto como es un cruce de rutas, y habiendo vehículos con las balizas colocadas (por la Eco Sport de Palacio padre), lo menos que hace es no acelerar o levantar el pie del acelerador. Por eso ese exceso de velocidad de Hotz tuvo relación directa con el resultado fatal», afirmó.
Así concluyó que «el Peugeot terminó absorbiendo prácticamente toda la energía del siniestro. La velocidad a la que venía Hotz fue lo que produjo su deslizamiento y su destrucción prácticamente total».
Aguerrido cuestionó las pericias de la defensa y recalcó que tuvieron «un error en común»: esos cálculos ubicaron al Mercedes Benz siempre en el mismo lugar, sin advertir su avance. Tampoco tuvieron en consideración los metros que necesitaba el Peugeot para girar en U, una maniobra que, aseguró, fue «absolutamente nítida» de ver más allá de la imprudencia.
Incluso advirtió que esos peritajes «manipularon información». Lo explicó de la siguiente manera: «Con igual método, no pudo haber diferencias tan amplias en la medición de la energía (cinética). No había ninguna posibilidad, excepto que manipularan los datos para acercarse a las pretensiones defensivas».
«Pero más allá de eso, todas esas pericias, aun la que estableció que Hotz iba a 99 kilómetros, indicaron que circulaba 30 kilómetros por arriba de la velocidad permitida. Si hubiera ido aunque fuese a 95 kilómetros, hubiera tenido 27 metros para percibir la maniobra de Palacio y reaccionar. El resultado muerte de seis personas ocurrió directamente por la velocidad del Mercedes Benz. Sin esa velocidad, el hecho no hubiera ocurrido, o al menos las consecuencias hubiesen sido diferentes», enfatizó.
El querellante sembró sospechas sobre si el imputado iba hablando por teléfono («venía recibiendo llamadas»), aunque dijo –con lágrimas en los ojos– que el propio padre de Palacio aceptó la imprudencia de la maniobra de su hijo en U. Por eso recalcó que si el acusado hubiera circulado a la velocidad reglamentaria, se hubiera evitado la colisión.
Al final del alegato, al pedir la pena y referirse a los agravantes, acentuó que Hotz «nunca pidió disculpas, ni mostró arrepentido; ni siquiera a través de sus abogados. Puedo aceptar que no haber declarado, y dejarnos a todos sin saber cómo chocó, fue una estrategia defensiva; lo que no puedo aceptar es que no haya pedido disculpas. Y no hablo de admitir responsabilidades penales, pero sí de responsabilidades humanas».
Inmediatamente Ravinale, en representación de Débora Daiana Jorgelina Nuñez (madre de Gonzalo Palacio), adhirió a esa postura, solicitando cuatro años de prisión y diez de inhabilitación.
«Fue inevitable».
Por la defensa, el alegato estuvo a cargo de Salamone –codefensor junto a Marcelo Steinbauer–. Su estrategia fue remarcar que el único responsable de lo ocurrido fue Palacio y descalificó enfáticamente la pericia de Fuentes
«El siniestro se explica por la maniobra eminentemente riesgoso de Franco Palacio, Fue grave, imprevisible y extremadamente peligrosa –indicó Salamone–. Por eso el hecho fue totalmente inevitable. En 30 años que llevo litigando en siniestros viales, fue la maniobra más temeraria que vi en una ruta, y más aún con toda su familia a bordo. Fue un giro en U que no está contemplado en el ámbito de la seguridad vial. Ese giro no estaba permitido, fue intempestivo, sin señalización de advertencia, con dos vehículos circulando detrás suyo y ya habiendo pasado el cruce».
Agregó que «tengo la plena certeza de que si Hotz hubiera ido a 60 kilómetros, el accidente igual hubiera ocurrido. Además en esa zona, ya pasado el cruce, regía la velocidad máxima de 110 kilómetros, que indica la Ley Nacional de Tránsito, y no los 60 que dijo el Ministerio Público Fiscal, ni tampoco los 80 que quiso justificar con un cartel que colocaron después que ocurrió este accidente».
Salamone calificó de «fundamental» el relato de Garzarón. «Fue un testigo imparcial. Dijo que mil metros antes del cruce circulaba detrás del Mercedes Benz, a unos 50 o 60 metros y a 70, 80 o 90 kilómetros, y que delante del Mercedes iba el Peugeot a la misma distancia. También que apenas el Peugeot pasó el cruce, se abrió a la derecha, no paró en la dársena y giró inmediatamente. Dijo textualmente «giró automáticamente’. Esto rompe con la versión del Ministerio Público Fiscal de que la maniobra fue en el área de intersección. No es verdad. Fue 43 metros más adelante».
En otro tramo de su alegato, indicó: «Lamento decirlo, pero los familiares de las víctimas no fueron sinceros en sus declaraciones. No fue cierto que Palacio bajó a la dársena y puso balizas. Tampoco que (los padres de Palacio) hayan sido los primeros en llegar al lugar y que circulaban detrás de su hijo. Yo no sé qué hubiera hecho en esas circunstancias, pero lo que estoy seguro es que nunca mentiría para involucrar penalmente a una persona».
Al referirse a las pericias, cuestionó fuertemente al perito oficial Fuentes. «Es de lo peor que vi, porque informó a sabiendas de sus falsedades. Dijo que Hotz iba a 174 kilómetros sobre la base de que el Mercedes Benz frenó durante 40 metros aunque no se vieron huellas de frenado. No actuó con ninguna rigurosidad. Él no alcanza entender que por colaborar, desde la Agencia de Investigación Científica, con el MPF y la querella, no queda exento de cumplir con los deberes de objetividad. Su informe fue un verdadero desaguisado. Si hasta alguna vez escribió en un libro que los giros en U son maniobras que solo puede prever quien las realiza; pero en el juicio expresó algo totalmente distintos y la fiscalía siguió sus dichos a pie juntillas».
Además sostuvo que las querellas, al percatarse de ello, no tuvieron otra alternativa que buscar a alguien que ratificara esas conclusiones. Ahí fue cuando calificó a Irureta de «inescrupuloso porque conocía los errores» del informe de Fuentes.
Salamone, con varias menciones de datos técnicos y en forma detallada, explicó porqué el tribunal debería prestarle atención a los informes de los peritos de parte y no al oficial. «Todos nuestros peritos, y presentamos cinco dictámenes, coincidieron inevitablemente en que Hotz circulaba a entre 90 y 95 kilómetros por ahora, y el Peugeot entre 40 y 42. O sea que no se probó que Hotz condujera a exceso de velocidad, pero sí que existió una violación del deber de cuidado por parte del conductor del Peugeot».
Además remarcó que las estadísticas muestran que hay un 85 por ciento de mortandad en los siniestros viales con impacto en los laterales de los vehículos, y enumeró que Palacio manejaba en ojotas, que los ocupantes del Peugeot iban sin los cinturones de seguridad colocados y los niños sin sujeciones. Por eso concluyó que «el verdadero responsable de lo ocurrido no está entre nosotros. Fue Franco (Palacio), y por eso no es justo que culpemos a un tercero (Hotz)».
TRANSMISIÓN
La última jornada del juicio oral, donde se escucharon los alegatos, se transmitió por primera vez en la justicia pampeana por streaming, es decir se trató de una retransmisión en directo por un canal de You Tube que alcanzó las 395 visualizaciones. La organización y ejecución estuvo a cargo de la Oficina Judicial de Santa Rosa.