En un marco inusual para este tipo de celebraciones, con la catedral de Buenos Aires vacía y a puertas cerradas, y con la participación de apenas un puñado de líderes de diferentes credos religiosos reunidos para participar del acto de acción de gracias (tedeum) por el día de la Patria, el cardenal católico Mario Poli, parafraseó al papa Francisco para respaldar la actitud de los «gobiernos (que) han tomado medidas ejemplares con prioridades bien señaladas para defender a la población», a pesar de que estas medidas “molestan” a quienes se ven obligados a cumplirlas, pero sabiendo que «siempre es para el bien común».
Con Alberto Fernández siguiendo la ceremonia desde Olivos a través de la televisión pública, el arzobispo porteño respaldó la idea de «primero la gente», también sostenida por el Presidente, y subrayando que «esto es importante porque todos sabemos que defender la gente supone un descalabro económico». Poli agregó que «sería triste que se optara por lo contrario, lo cual llevaría a la muerte a muchísima gente, algo así como un genocidio virósico».
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Retomando palabras de Benedicto XVI sostuvo que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios». Porque, siguió diciendo el arzobispo, «Jesús nos enseña que no se trata de ‘mi prójimo’; no es el que yo elijo, el que se acomoda a mi tiempo y no interrumpe mi vida, mis planes».
Para Poli «el prójimo, el semejante, es más bien el que se presenta casualmente y necesita algo de mí, el que no estaba previsto, el que interrumpe mi camino, me desbarata la agenda, rompe mis esquemas, me hace detener la marcha e inclinarme».
El cardenal porteño dijo asimismo que «contarnos entre los que cuidamos la vida como el don más precioso, nos enorgullece e identifica con el sacrificio de la generación que dio origen a lo que hoy somos como Nación».
Y advirtió el arzobispo que «en este tiempo, donde la solidaridad, la hospitalidad y fraternidad vuelven a surgir como valores que nos identifican, no debe haber espacio para especular ni acaparar con las necesidades del pueblo». Subrayó además que «tampoco hay lugar para llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales, ya que se trata de decidir sobre la vida de todos los argentinos y, por lo tanto, se hace necesario preservar la unidad».
Aludiendo al texto bíblico, elegido para la ocasión, que relata la parábola del «buen samaritano» que sale en auxilio de un herido que encuentra en el camino, el cardenal refirió que «en estos días estamos viendo una conmovedora representación de esta parábola».
Y argumentó que nuestras vidas están hoy «tejidas y sostenidas por personas comunes -corrientemente olvidadas-, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show, pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios…, y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo».
Habló también de estos «miles de samaritanos anónimos» que «se echan al hombro la vida de los infectados y de todos nosotros» y que «con su silencioso y cotidiano sacrificio, son los que están escribiendo honrosas y conmovedoras páginas de la historia nacional», porque «son parte de una gran cruzada por la vida, valorados por la gran mayoría del pueblo, en especial, por los que estamos en casa y dependemos de ellos, aunque muchas veces tengan que padecer la indiferencia de algunos y la discriminación de otros».
Poli dijo que «esta actitud valiente y sacrificada de tantos argentinos» le permitió recordar palabras de Manuel Belgrano al señalar que «la Patria es el sentimiento de libertad que es capaz de convertir en héroes a los ciudadanos más simples».
Hablando en la catedral desierta el cardenal Poli sostuvo que «la globalización de la enfermedad, con sus letales cuotas de dolor y muerte, hoy nos hace caer en la cuenta de que la ‘humanidad es una’ (…)y nos urge a entrelazar sentimientos comunes con la gran familia humana».
La ceremonia religiosa terminó con la entonación del himno nacional coreada por los religiosos participantes y una exhortación de Poli para «aplaudir aunque somos poquitos».