jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

A 35 años del Live Aid, el extraño día en que el ego y la solidaridad se dieron la mano

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Hace 35 años, convocados por el líder de Boomtown Rats, el irlandés Bob Geldof, 76 megaestrellas mundiales del rock y el pop se repartían en dos escenarios simultáneos, en el Estadio Wembley, de Londres, y el John F. Kennedy Stadium, de Filadelfia; para protagonizar el concierto benéfico más importante de la historia, con el objetivo de ayudar a combatir la hambruna en África.





Se trató del Live Aid, el encuentro del 13 de julio de 1985 que selló de manera definitiva la vieja y zigzagueante alianza entre el rock y la solidaridad; y que a nivel artístico dejó un puñado de actuaciones que, por distintos motivos, quedaron en la historia grande de la música.

Paul McCartney, MIck Jagger, Keith Richards, Bob Dylan, Led Zeppelin, Black Sabbath, The Who, The Beach Boys, David Bowie, Elton John, Eric Clapton, Sting y Queen fueron algunos de los nombres que dijeron presente en alguno de los dos escenarios, que congregaron un total de 200 mil espectadores, en una maratónica jornada que logró recaudar unos 100 millones de dólares y fue seguida por televisión en 72 países.

Pero la grilla también incluyó a las más importantes y ascendentes estrellas pop del momento como Madonna, U2, Wham!, Duran Duran, Spandau Ballet, Tears for Fears, Boy George y Paul Young, entre otros. Esto posibilitó ver en vivo a figuras que hasta el momento llegaban a los oídos y ojos del público mundial a través de la novedosa y pujante industria del videoclip.

Entre las postales artísticas más recordadas aparece la actuación de un revitalizado Queen, considerada una de las mejores en vivo de una banda de rock en la historia; la presencia de Phil Collins en los dos escenarios, con un vuelo trasatlántico a bordo de un Corcorde de por medio; el reencuentro entre Ozzy Osbourne y Black Sabbath, seis años después de haber sido despedido de la banda por sus adicciones; o el demoledor set ofrecido por The Who.

También hubo algunas memorables alianzas, como la de David Gilmour y Brian Ferry; Sting con Branford Marsalis y Phil Collins; este último con Led Zeppelin; George Michael con Elton John; Dylan con los stones Ron Wood y Keith Richards; y Paul McCartney con Pete Towshend y David Bowie en una versión de «Let it be».

Pero también hubo algunos «bochornos» a gran escala, como la decepcionante actuación de Led Zeppelin, considerada por sus mismos integrantes como «la peor en su historia»; o el triste deambular por el escenario de un Boy George que atravesaba uno de sus picos de adicción a la heroína.

La historia del concierto se remontaba al año anterior cuando Bob Geldof, conocido por su papel protagónico en «The Wall» y por el hit «I don´t like Mondays», vio un informe televisivo sobre los estragos que la gran sequía iniciada en 1983 estaba produciendo en gran parte de la población africana, en especial, en Etiopía y Somalía.

Asociado por Midge Ure, líder de Ultravox, reunió a las más relevantes figuras de la música británica para el single benéfico «Do they know it´s Christmas?»; el cual tuvo su exitosa réplica estadounidense con «We are the world», escrita por Michael Jackson y Lionel Ritchie, y producida por Quincy Jones.

El impacto generado por estas dos canciones motorizó la ambiciosa idea de reunir figuras en un festival que se llevaría a cabo tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos.

Ambos conciertos se iniciaron al mediodía, pero la diferencia horario hizo que cuando arrancó el encuentro londinense, con Bob Geldof en el escenario y el saludo real del Príncipe Carlos y la Princesa Lady Di; el recital en Filadelfia llevaba ya algunas horas.

Hasta el momento ya existían antecedentes célebres en la relación entre el rock y la solidaridad, como el Concierto para Bangladesh de 1971, organizado por el exbeatle George Harrison; o el Concierto para los Refugiados de Kampuchea de 1979, en el que Paul McCartney intentó sin éxito reunir a Los Beatles, debido al rechazo tajante de John Lennon.

Pero Live Aid contó con una grilla de artistas nunca vistos en un encuentro solidario, además de haber sido seguido por una cantidad de público inusual para un concierto de rock.

La otra curiosidad es que este puente solidario se produjo en pleno corazón de los años ’80, una época marcada por el individualismo y el incontrolable ego de las figuras del rock, sin importar el nivel de popularidad que tuvieran, debido a que las nuevas estrellas parecían moverse dentro de esa misma lógica.

Los dos escenarios montados para la ocasión fueron testigos de un desfile de nombres que daban la impresión de estar en un concierto autocelebratorio más que colaborando con una causa justa. Hizo falta que Bowie dedicara unos minutos de su set a brindar un breve discurso en el que recordó el motivo que los congregaba.

El Live Aid tuvo sus réplicas en 2005 y 2007, en dos ediciones con atractivos como las reuniones de Pink Floyd y de The Police, respectivamente; pero no logró recuperar la mística de 1985.

Más allá de toda pompa, el destino del dinero recaudado siempre fue un motivo de polémica debido a la escasa información al respecto. Una información de la BBC afirmó que gran parte de lo reunido en 1985 fue a parar a manos de los rebeldes etíopes, quienes utilizaron esos fondos para comparar armamento.

Las dudas se alimentaron luego del festival de 2005 cuando Richard Aschcroft, durante su participación en el famoso programa «Later», conducido por Jools Holland; detalló el éxito de su propia actuación en ese encuentro pero se preguntó por el destino de ese dinero.

El carácter artístico de estos festivales benéficos también tuvo ilustres detractores como el famoso crítico e historiador del rock Simon Reynolds, quien afirmó que «el Live Aid pudo haber sido muy bueno para África, pero fue desastroso para la música».

Más allá de las sospechas de que el único fin en todo eso fue alimentar la megalomanía de las estrellas que participaron, el Live Aid de 1985 quedó como un hito en la relación entre el arte masivo y la solidaridad, que hasta el día de hoy opera como ejemplo; y curiosamente también como un símbolo de la era del individualismo, los sintetizadores, los peinados batidos y la cocaína.

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