¿Cuántas sombrillas entran en el ojo de un huracán? Con la llegada de la segunda quincena de octubre, esa ventana clave desde la que cada año se divisa la temporada de verano, el enigma queda abierto. El Gobierno Nacional dejó en claro su objetivo de mantener la temporada de pie. La posibilidad de bajarle un poco la temperatura a la crisis económica desatada por la pandemia, en este punto, parece medirse en sombrillas.
Aún con la incertidumbre acerca de la dimensión que tendrá la temporada, algunas certezas se tienen en el Ministerio de Turismo y Deportes. Habrá vuelos internacionales e interprovinciales y –si bien cada provincia podrá tener sus propios requisitos– desde el Estado Nacional no se va a requerir de hisopado previo o test negativo para trasladarse. Hasta el momento, aclaran además en relación a las noticias que circularon en la última semana, “ningún destino pidió cancelar su temporada”.
“Tomamos la decisión política de tener una temporada de verano dada su importancia para las economías regionales y el carácter federal de la actividad turística”, aseguraron a Página/12 desde Turismo. Las medidas de los últimos días fueron claras en ese sentido: la habilitación de las actividades turísticas en la ciudad de Bariloche –cuyo “cupo de admisión” de 500 visitantes se agotó de inmediato– y el lanzamiento del programa Previaje, que permitirá obtener el reintegro del 50% de los gastos hechos en actividades turísticas este verano. Esperan lograr una temporada que movilice entre ocho y diez millones de personas, superando la mitad de un año habitual, que implica unos quince millones de turistas.
“Será una temporada distinta, con responsabilidad y protocolos de actuación en cada destino y actividad, atendiendo las recomendaciones del Ministerio de Salud, para respetar las distancias y evitar aglomeraciones”, definen desde Turismo.
Las estrategias apuntan a estructurar una temporada extendida en el tiempo y el espacio: fomentar la actividad en los meses de febrero y marzo y promover destinos con amplios espacios naturales por sobre las zonas urbanas. En un año durante el que los movimientos se redujeron a un radio máximo de quinientos metros, y cuando aún es necesario el aislamiento y la salud pende del hilo de la distancia social, ¿de qué se tratan las vacaciones?
Turismo responsable
“Llevamos siete meses sin trabajar. Y la verdad es que en este momento, cualquier movimiento que tengamos ayuda. Para nosotros está claro que debemos aprender a convivir con el virus, ya no estamos esperando a que una vacuna nos salve en el corto plazo. Necesitamos relanzar la actividad turística cuanto antes”, dice a Página/12 Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT). La institución calcula una pérdida de más de 70.000 puestos de trabajo en el sector desde que empezó la pandemia.
En la última semana hubo reuniones entre la cartera de Turismo y los intendentes de la Costa Atlántica y de Córdoba –que abarcan en conjunto el 70% del movimiento turístico de verano– para coordinar la reactivación. La batería de medidas que trabajaron apuntan al concepto de “Turismo responsable”: desarrollar a lo largo de toda la temporada una fuerte promoción de los cuidados y protocolos que deben respetarse para evitar contagios. Distancia social, higiene permanente de manos y barbijo: la santísima trinidad del verano.
La creación del Consejo Interministerial de Turismo –que involucra a las carteras de Salud, Transporte y Seguridad–, el Operativo Sol, la formación de promotores y promotoras de salud en cada localidad turística, el Plan DetectAr en cada destino y la inversión en los sistemas sanitarios serán las principales herramientas que pondrá en juego el Estado.
Otro de los puntos clave del verano será la imposibilidad de organizar eventos masivos y el incentivo para planificar los viajes en auto –que implican el 70% en una temporada habitual– por sobre trenes, aviones y micros. A lo que se sumará el rediseño de la aplicación Cuidar con el objetivo, por ejemplo, de evitar que las playas registren aglomeraciones de turistas.
Para Aldo Elías, en consonancia con lo esgrimido desde el Ministerio de Turismo y Deportes, la responsabilidad social es la base para reactivar la actividad turística. “El turismo necesita de previsibilidad y confianza, algo que hoy solo podemos conseguir con responsabilidad”, dice Elías. “Y luego ser inflexibles con los controles. En Palermo vemos bares donde no se respeta nada. Eso no puede suceder. La falta de distancia social es algo inexplicable. Para tener turismo hay que dar vuelta estas actitudes”.
Turismo por proximidad
Por debajo de las medidas que apuntan a reactivar la actividad, lo que opera son los cambios culturales. La vida mediada por la pandemia y el aislamiento puso en el centro de la escena el concepto de “turismo por proximidad”: los circuitos regionales se posicionan hoy como la primera elección. “Este concepto implica pensar el turismo de forma sustentable, reduciendo el dióxido de carbono que genera la acumulación de viajes de larga distancia”, señala Felipe García, becario doctoral del Conicet, especializado en temáticas relacionadas con la sociología del turismo. “Es un concepto que nació de la necesidad de darle un sentido ecológico al movimiento turístico y que hoy se entiende como la solución ante la crisis”.
A partir de ahí lo que se busca profundizar es un proceso de descentralización del turismo. La intención es que centros neurálgicos como Mar del Plata, Córdoba, Rosario, Mendoza o Bariloche empiecen a redistribuir la llegada de turistas entre las ciudades y pueblos que los orbitan.
“Los destinos de proximidad son los que se van a imponer y van a marcar el nuevo ritmo de la actividad turística en los próximos tiempos”, señala Aldo Elías. “Esto va a traer la posibilidad fuerte para los destinos satélite de las ciudades importantes, con bellezas particulares que hasta hoy quizás no tuvieron tanta difusión. Es el mejor camino para la recuperación”.
La pandemia hizo estallar uno de los dilemas que venían creciendo dentro de la actividad turística: ¿cómo administrar la masividad? “La salida de la agenda neoliberal siempre es la de profundizar el marco de exclusividad. Subir los precios para que acceda menos gente”, explica Felipe García.
“Para intentar un acceso equitativo y solidario, lo que se plantea es extender la temporada. Una ampliación de calendario que estabilice el turismo para facilitar la administración. Eso además beneficia a las ciudades que reciben aluviones bruscos de turistas y tienen como consecuencia una altísima desocupación en los meses fuera de temporada”.
El nuevo norte anunciado implica también esa sustentabilidad que se venía persiguiendo como objetivo turístico, y que hoy aparece como el único camino posible. “Las demandas serán más exigentes en cuanto a medidas de atención para respetar el trato con el medioambiente y las comunidades locales”, aseguran en Turismo, y proponen la idea de «oportunidad»: «La gran extensión de la Argentina permite una gran variedad de destinos naturales y sustentables. Tenemos que consolidar y adaptar los destinos tradicionales y trabajar para que los destinos emergentes tomen preponderancia”.