El Bayern Munich alemán venció al Tigres mexicano por 1 a 0, con un gol de Benjamin Pavard que dejó polémica pero fue convalidado a instancias del VAR, para consagrarse en Doha, Qatar, como campeón del Mundial de Clubes. Con este nuevo título, el elenco de Hans Flick reescribió las páginas doradas del fútbol al alcanzar la máxima de seis títulos obtenidos en la misma temporada, mismo logro que en la temporada 2009/2010 había alcanzado el Barcelona de Pep Guardiola.
La noticia de la jornada, horas antes del inicio del encuentro, fue la baja del histórico goleador alemán, Thomas Müller, quien no sería de la partida tras dar positivo de coronavirus, más allá de permanecer asintomático. Más allá de su ausencia, una vez que el uruguayo Esteban Ostojich pitó el comienzo de la acción en Doha, el conjunto alemán no tuvo mayores problemas para adueñarse de la pelota.
El equipo de Ricardi Ferretti, por su parte, dejó que el poderoso alemán manejara los hilos del juego y mantuvo su atención en resguardar la valla del argentino Nahuel Guzmán en las veloces y constantes llegadas del campeón europeo y en el armado veloz de los contragolpes comandados por el francés Andre-Pierre Gignac.
El susto para el elenco de la Concacaf llegó a los 18 minutos, con un gol de Joshua Kimmich que el árbitro uruguayo finalmente invalidó tras consultar con celeridad al VAR, por offside de Robert Lewandowski, quien tapaba la visión del arquero argentino ante el remate del volante.
El equipo de Nuevo León, luego de aquella jugada anulada, logró salvarse de la llegada más peligrosa del Bayern, tan sólo 15 minutos después. A diferencia del cuidadoso trabajo del bloque defensivo mexicano durante casi todo el partido, a los 33 hubo un descuido que pudo haber puesto a los alemanes arriba en el marcador. El central Diego Reyes quiso salir jugando, aún a pesar de encontrarse en el área grande al peligroso Serge Gnabry, y finalmente terminó tirando la pelota al córner luego de que el alemán le ganara la posición.
La duda de Reyes pareció haber conmovido a todo el fondo, que se quedó inmóvil y perplejo ante la realización rápida del córner, unos pocos segundos después: el propio Gnabry fue quien sacó rápido desde la esquina, pero fue Leroy Sané el que se movió a su antojo ante la quietud de los hombres mexicanos, hasta sacar un zurdazo que impactó en el ángulo derecho del arco que custodiaba el Patón Guzmán. La negativa del vértice del palo, tan valiosa como otro gol negado a los potentes alemanes, cerró el telón de las acciones de la parte inicial en Doha.
Con gol de Benjamín Pavard al minuto 59, el Bayern Múnich 🇩🇪 ya lo gana 1-0 a los Tigres 🐯 en la final del Mundial de Clubes 🏆pic.twitter.com/JIrqnmyAH5
— El Heraldo SLP (@ElHeraldoSLP) February 11, 2021
Benjamin Pavard, a los 15 minutos del segundo tiempo, fue quien cambió las cosas en el marcador. Y aunque el equipo alemán era claramente superior a Tigres, la maniobra de ataque que derivó en el gol dejó algunas dudas: es que Ostojich había pitado offside del polaco Lewandowski, quien le ganó en el aire al Patón Guzmán y bajó un centro que llegó desde la derecha para que el francés definiera.
Enseguida, el árbitro uruguayo siguió las directivas del VAR (sin acercarse a ver la jugada), quien le aseguró que el delantero estaba habilitado. A la finísima jugada del offside, se le sumó simultáneamente otra cuestión: Lewandowski, en su veloz anticipo sobre el arquero argentino que derivó en la asistencia a Pavard, pareció tocar la pelota con la mano, maniobra que el VAR aparentemente pasó por alto cuando observó las imágenes para convalidar el tanto que le dio el título al poderoso equipo alemán.
El arquero argentino, que un día antes de la final cumplió sus 35 años, se lució poco después al contenerle un furioso remate a Douglas Costa, en una jugada que dejó en evidencia el poderío alemán, que, aun habiendo desacelerado tras el 1 a 0, estaba más cerca de ampliar el marcador que de ver a Manuel Neuer derrotado en su propio arco.
La final que le permitió al Bayern Munich su soñado y merecido sexteto de títulos y su consagración en los papeles como el mejor equipo del mundo, dejó un gusto algo amargo. Y, sin embargo, no fue porque el habitual despliegue de su fútbol estuviera ausente sobre el césped de Doha; aun cuando, esta vez, el bloque defensivo de Tigres y su digna actuación ante el titán alemán le volvió difícil plasmarlo en el marcador.
Quizás fue la polémica alrededor del único gol que definió la historia. O quizás fue la intervención del VAR, que en esta final volvió a repetir su gracia, la que últimamente ha habituado a protagonistas e hinchas del fútbol a interrumpir el grito de sus goles, dejando trunca una emoción que en algún lugar ha de quedar atragantada. Claro que no debe minimarze la dicha -de esta vez y de todo el año- de ver jugar a este Bayern Munich, que una y otra vez demuestra que está entre los grandes equipos de la historia y ofrece un fútbol generoso, de esos que siempre dan ganas de ver.