La creación de un parque nacional implica algo más que una figura restrictiva destinada a proteger a perpetuidad muestras representativas de biodiversidad, paisajes y cultura. Para algunas comunidades del globo, un parque nacional representa una oportunidad de desarrollarse, encontrar en su propia tierra el sustento necesario para vivir y realizarse. El mundo está lleno de ejemplos.
En Córdoba estamos ante una oportunidad única. El Parque Nacional Ansenuza resulta también algo más que darle casa segura a los más de 300 mil flamencos australes que nidifican en la zona o a las 500 mil aves playeras que migran desde el hemisferio norte todos los años. Es un proyecto que permitirá encarar, con solidez y visibilidad, la diversificación de la matriz económica de los habitantes de la región del noreste de esa provincia.
En tiempos en los que la vida rural va desapareciendo de a poco, muchos de los jóvenes de los pueblos que rodean a la laguna de Mar Chiquita o Ansenuza se ven obligados a tomar otros rumbos y dejar amigos, familia y todo lo que ello implica, en búsqueda de sustento, por necesidad. Por eso, hoy vemos con tanto entusiasmo la posibilidad del Parque Nacional. Eso ampliaría la posibilidad de nuevos ingresos en la economía local y generaría nuevas fuentes laborales de la mano del turismo, en sus distintos segmentos. De esta manera, evitaría que en pleno siglo XXI los jóvenes de Ansenuza tengan que seguir sufriendo el desarraigo.
El Parque Nacional Ansenuza es una forma de asegurar la conservación a perpetuidad de la flora y fauna de este gran humedal, aliado inconmensurable contra el cambio climático. Pero también es una forma de poner en valor y reivindicar la vida rural, la unión familiar y el orgullo de pertenencia por la tierra que nos vio nacer. En una época cada vez más automatizada donde parece que no podemos, o no queremos recordar nuestros orígenes, se hace del todo necesario reflexionar de dónde venimos, para saber hacia dónde vamos.
Hoy, estando tan cerca a la creación del futuro parque Ansenuza tenemos que comenzar mirando un poco por el retrovisor: agradecer a todas aquellas personas que han luchado por darle visibilidad y cuidar nuestra tan preciada laguna durante mucho tiempo, cada una desde donde podía o sabía, logrando darle más de un título de protección.
Mirando el presente, estamos en una instancia definitiva, donde actores claves de la política, de las ONG y de diferentes grupos ambientalistas y pobladores de la región, levantamos la bandera de Ansenuza más alta que nunca, entendiendo que tenemos que proteger las áreas naturales y con la oportunidad única de darle a esta maravillosa región la máxima categoría de conservación a nivel nacional, convirtiéndola en el Parque Nacional más grande de la Argentina.
Pensando en el mejor de los escenarios, en un futuro cercano, solo resta el dialogo constante para construir un sólido sistema de gobernanza y continuar de manera activa con el trabajo en las comunidades, clave en el desarrollo regional, desarrollo que hoy no es solo turístico y somos muy conscientes de eso, por eso se llevan adelante capacitaciones, impulsando nuevos emprendimientos, motivando a lugareños a animarse a nuevos desafíos.
Esto recién comienza. La creación del parque no es el final de un gran trabajo en la región, sino el comienzo de nuevos retos.
Josens, representante territorial de Aves Argentinas; Novarino, director de Turismo de la ciudad de Morteros; Mendoza, director de Turismo y Ambiente de municipalidad de La Paquita.