jueves 27, febrero, 2025, Eduardo Castex, La Pampa

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Este domingo, Netflix estrenará «Luis Miguel, la serie T2”

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Luismiguelserie 17deabril

La segunda temporada de Luis Miguel, la serie (estrenó por Netflix este domingo 18 de abril) prosigue los eventos que convirtieron a la biopic sobre el cantante mexicano en un auténtico fenómeno de masas.

El misterio por el paradero de su madre, las tensiones familiares y profesionales de un artista top, el desdoblamiento narrativo, los guiños a sus éxitos discográficos serán nuevamente cardinales. En estos ocho episodios, sin embargo, más allá de las melodías de pop romántico y hits radiales resuenan, de manera imperceptible pero muy notoria, el vals mortuorio compuesto por Nino Rota para un clásico del cine.

“Luis Miguel es como Michael Corleone de El Padrino II”, expone Diego Boneta a Página/12. Este nuevo arco muestra -al igual que la secuela de Francis Ford Coppola- a un sujeto al tope de su juego. La contracara son las traiciones y el completo aislamiento. El modelo de emisión de esta temporada será el mismo que en 2018. La vieja usanza de un episodio por domingo que sirvió, y mucho, para espolear la serie entre la audiencia obsesionada con rastrear pistas de lo exhibido en pantalla el resto de la semana. “Las expectativas están altas”, lanza el protagonista.

Lanzada hace tres años, la biopic sobre “Luismi” contó con varios méritos de producción además de un relato perfectamente construido sobre dos líneas temporales. Y también estuvieron los pilares más allá de la ficción en sí. Ahí pesa aquello que el cronista Carlos Monsivais describió como “canibalismo visual” del cantante (Boneta refiere a “la corporalidad” del rol) y la estrategia de develar la intimidad del sujeto con el cimbronazo de la desaparición de su madre. Retornan a la serie lo referido al chalet madrileño de las Matas, la familia Gallego y el flirteo del artista con el Mossad para saber qué pasó con Marcela Basteri. El primer episodio, echa bastante (entre)luz sobre el caso. En definitiva, el trance de Luisito Rey con su esposa opera como una coda para el primer período que estructura el relato. Corren los primeros ’90 y el disco Aries llevará a Luismi al pináculo comercial en tanto hace malabares para robustecer el vínculo con sus dos hermanos.

Poner el foco en los tejes y manejes de la industria discográfica realzará el perfil de Hugo López (César Bordón). Manager argentino, mezcla de consigliere y padre putativo, con una salud endeble. “La intención de los realizadores fue la de estar inmersos más en ese mundo que no deja de ser sórdido, duro, pesado, con personajes muy nocivos. Nos metemos más crudamente en los managers como acompañantes y su realidad, sujetos que no dejan de ser personajes tipo de gangsters y eso particularmente a mí me gusta”, concede el actor. Uno de ellos es el de Patricio Robles (Pablo Cruz Guerrero), un agente de talentos de colmillos afilados. “Luis Miguel no necesitaba otro manager sino alguien que se acercara a él que pudiera tener su edad, sus gustos, sus ganas de echar desmadre e ir así por la vida, sea beber o perder”, dice el actor mexicano. Su look impoluto, con sweater rosa sobre los hombros y tiradores, lo enlaza con el Patrick Bateman de Psicópata américano. “Por la naturaleza de estos personajes, no podemos evitar ser algo así. Él trata de ser eso que aspira Luis Miguel y Luis Miguel, a su vez, dista de ser un gánster, pero disfruta de las características asociadas a este tipo de sujetos”, expone el actor.

La otra línea narrativa acontece en 2005. El intérprete y showman factura millones con sus giras claudicando lo artístico. La elección del calendario obedecerá a un evento puntual producido en un concierto del cual no conviene adelantar demasiado pero que alentaría su reclusión. “Las dos líneas de tiempo están muy bien liadas. Todo hecho tiene una resolución en el futuro. Esa conexión está muy buena de disfrutar”, describe Bordón, cuyo personaje ya no aparece en esta etapa. Los esenciales de este período serán “Joe” Pérez, un rabioso chantún porteño de su séquito (Juan Ignacio Cane); el español Mauricio Ambrosi (Fernando Guallar) encargado de redireccionar la carrera y sostener emocionalmente al cantante y Michelle Salas (Macarena Achaga), basada en la hija real de Luis Miguel. “Michelle llega para romper barreras y lo va a mostrar vulnerable. Es fácil conectar con ella por la falta que tuvieron ambos. Es un padre que quiere conectar con su hija y es una hija que quiere conocer a su padre”, dice la actriz argentina. “Creo que la segunda temporada hay algo del núcleo familiar, de lo que haces sólo en tu casa, en tu salón cuando dejas de ser el mito. Un poco la decadencia del triunfador… hay varias historias de este tipo. Nuestros personajes cuentan el lado B de lo que ve todo el mundo”, complementa Guallar.

Los involucrados son muy conscientes de lo que ha generado la serie en la región. “La responsabilidad es la de cubrir las expectativas. En la primera temporada no sé si eran más bajas pero la gente quería ver; ahora tienen fantasías y deseos por ser cumplidos”, opina Bordón. Todos los actores, por otro lado, aseguran que la cópula entre ficción, realidad y fábula están habilitadas por lo que genera el propio Luis Miguel. De hecho, las elucubraciones sobre su persona incluyen una que lo equipararía con “Faul” McCartney: no faltan lo que aseguran que está muerto y fue reemplazado por un impostor. “Hay niveles de sensibilidad alterados o momentos en la vida de Luis Miguel que efectivamente pasaron. Si fue tal o cual personaje quien cataliza ese evento, pues da igual, lo que importa es saber lo que le estaba pasando por su figura y como estaba viviendo y tratando de tomar las riendas de su vida”, dice Cruz Guerrero, cuyo personaje está basado en varios miembros de la comitiva del cantante.

 

 

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