Un comerciante de 34 años fue condenado hoy a tres años y quince días de prisión de cumplimiento efectivo, manteniendo su declaración de reincidente, por ser autor del delito de estafa en grado de tentativa en tres oportunidades, en concurso real entre sí. Apenas pasaron 25 días de los hechos y el proceso penal concluyó.
La pena contra Carlos Adrián Gallardo fue dictada por el juez de control santarroseño, Gabriel Lauce Tedín, a través de la salida alternativa en el proceso penal como es el juicio abreviado. Él fue convenido y presentado, en forma conjunta, por el fiscal general Máximo Paulucci, el defensor particular Gastón Gómez y el propio imputado, domiciliado la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien admitió la autoría de los hechos. Tres familiares de las víctimas, al ser informadas sobre la manera de concluir la causa y la sanción aplicada, también se mostraron de acuerdo
Con las probanzas reunidas durante la investigación preliminar, Tedín dio por acreditado que hace menos de un mes, el lunes 14 de junio a la madrugada, Gallardo llamó telefónicamente a una mujer domiciliado en el centro de Santa Rosa y, haciéndose pasar por su hijo, le dijo que estaba secuestrado y que necesitada dólares para obtener su libertad. La víctima no le creyó, llamó a su hijo verdadero y constató el engaño.
También llamó a una segunda mujer, cuya casa está ubicada a pocas cuadras de aquella, manifestándole lo mismo, que su hijo había sido secuestrado. Por eso le requirió que dejara una bolsa con dólares en la vereda.
La damnificada lo hizo –aunque poniendo en la bolsa de residuos bibliografía religiosa–, a la par que intentó contactarse con sus descendientes. El acusado retiró la bolsa en un vehículo blanco y volvió a comunicarse con ella porque no contenía dinero. Ahí la mujer le cortó porque ya sabía que sus hijos estaban bien.
El tercer intento de estafa fue en perjuicio de un hombre que habita en la misma zona. En ese caso, Gallardo, haciéndose pasar por el hijo, expresó que necesitaba dinero porque había sufrido un robo. La víctima comprobó que era mentira luego de hablar con su propio hijo.
Paulucci ofreció como pruebas importantes, registros de una cámara de seguridad que filmó el auto en el que circulaba Gallardo y a él bajándose a buscar la bolsa (segundo hecho); el secuestro del Toyota Corolla; y el testimonio del conserje donde estaba alojado el imputado. Además en el asiento trasero del rodado se secuestró una bolsa de nylon con similares características a la que dejó la mujer con los folletos religiosos.
Tedín, al fundamentar el fallo, señaló que “Gallardo desplegó diferentes maniobras para engañar a las víctimas, a fin que dispusieran de distintos bienes pecuniarios; pero –como bien refirió la fiscalía– no logró su cometido no porque los engaños no tuvieran aptitud para inducir a error a sus víctimas; sino por la diligencia adoptada por ellas para determinar si sus seres queridos se encontraban bien de salud, como así la rápida y eficaz intervención policial que posibilitó aprehenderlo”.