Télam dialogó con el politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa Andrés Malamud, el sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares Pablo Semán y el periodista y politólogo José Natanson para analizar cómo las PASO, con esa pátina de “gran encuesta electoral”, presentaron en sociedad a una derecha con identidad propia.
En un escenario signado por los movimientos tectónicos generados por las PASO y mientras los dirigentes buscan leer el nuevo mapa para disputar la elección legislativa de noviembre, se abre el interrogante sobre la identidad de una nueva derecha, representada por el candidato de Libertad Avanza, Javiel Milei, que se posicionó como tercera fuerza en la ciudad de Buenos Aires, cosechó adhesiones entre los jóvenes de los barrios más ricos pero también de los más pobres con sus diatribas contra “la casta” y puso en cuestión los clivajes que interpelan a la generación que se incorpora a la vida política.
¿Es un fenómeno porteño, embrionario pero con potencial expansivo? ¿Representa la versión local de experiencias como las de Trump, Vox y Bolsonaro o es la actualización de aquella ola de “antipolítica” que signó la crisis de 2001? ¿Por qué un discurso cargado de xenofobia y misoginia seduce a los jóvenes de los sectores populares? ¿En qué medida implica un desafío para la agenda y la identidad de los partidos tradicionales?
El fenómeno de las “derechas alternativas” que revoluciona a las democracias occidentales fue advertido y estudiado en los últimos años en un corpus de libros que dieron cuenta de la sintonía entre esos fenómenos a escala global.
Las primeras pistas están en el mapa. Javier Milei, el candidato a diputado de Libertad Avanza, obtuvo el 13,6% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires, un porcentaje que lo instaló como la tercera fuerza. Supo conquistar a los extremos: en Puerto Madero y en Parque Avellaneda obtuvo el 20% de adhesión.
Economista mediático que saltó de la televisión a la política, se autodefine como “anarcocapitalista”, considera que el Estado es el máximo enemigo, corre a Juntos por el Cambio por derecha, asimila al kirchnerismo con el comunismo y denuncia a su paso los beneficios de la “casta política”. La crisis económica agravada por la pandemia y cierto espíritu de época que trasciende la realidad nacional parecieran ser un escenario cómodo para el gurú outsider.
Télam dialogó con el politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa Andrés Malamud, el sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares Pablo Semán y el periodista y politólogo José Natanson para analizar cómo las PASO, con esa pátina de “gran encuesta electoral”, presentaron en sociedad a una derecha con identidad propia.
Malamud estima que el apoyo que consiguió el candidato de Libertad Avanza tiene huella histórica y relativiza que haya penetrado en los sectores populares. “Milei es candidato a diputado por la ciudad de Buenos Aires, el distrito más rico del país. En 1989, la Alianza de Centro (el partido de Alsogaray) se ubicó tercero con el 22% de los votos. Esto sugiere dos cosas: que Milei expresa mejor el hartazgo de los incluidos que la rebelión de los excluidos, y que no es el primero que lo logra”, analiza. Además, aclara una cuestión aritmética: “El argumento de que en los barrios pobres obtuvo un punto porcentual más que en los barrios ricos esconde el hecho de que en los últimos vive más gente; ergo, la mayor parte de su apoyo electoral proviene de la clase media alta”.
El politólogo acepta que el discurso de Milei encaja en el molde de la alt-right de Trump, Vox y Bolsonaro pero insiste en desestimar el componente novedoso: “Es prepotente, rabioso, políticamente incorrecto. En Argentina hubo un candidato así y le fue mejor que a Milei, se llamaba Aldo Rico”.
La mera composición porcentual del resultado no tranquiliza a quienes caminan y leen lo que pasa en los barrios populares. «Hay privilegios de castas y por eso Milei pega en el clavo cuando habla de privilegio de castas. Hay que actuar en consecuencia», advirtió, horas después de las paso y con el registro de la autocrítica, el referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois. En esa misma sintonía, la militante barrial del peronismo, Mayra Arena, evaluó la elección y su largo diagnóstico se volvió viral en horas. Arena intentó explicar por qué Milei había logrado interpelar a los votantes de los barrios más pobres: “Hay una crisis de representación del peronismo. Tenemos `nuevos olvidados´ con nuevas demandas y esas mayorías hoy se sienten menospreciadas. La sociedad entera viene girando a la derecha”.
En marzo se publicó «¿La rebeldía se volvió de derecha?» del historiador Pablo Stefanoni que ya va por su tercera edición. El libro plantea un análisis detallado de cómo el antiprogresismo y la incorrección política edifican hoy un nuevo sentido común de derecha y también da cuenta de las incipientes experiencias nacionales de esta “alt right”. “Milei da la batalla ideológica desde la economía, desde una posición minarquista e incluso anarcocapitalista que entronca con discursos antipolíticos, antiimpuestos, en defensa de la gente común contra los ‘políticos ladrones’“, lo perfiló Stefanoni, en una entrevista con Télam.
El autor, también advirtió sobre cierta superioridad moral del progresismo que cree que no hace falta leer a la derecha: “¿Para qué, si son los neoliberales de siempre o encarnan nuevas formas de fascismo? Creo que las nuevas derechas expresan inconformismos, insatisfacciones y enojos de parte de la sociedad. Algunos de ellos son frente a avances progresistas que debilitaron jerarquías sociales, de género o sexuales. Pero también hay una reacción a un centrismo que hizo que en muchos países no haya grandes diferencias entre centroderecha y centroizquierda, y a la falta de alternativas y de imágenes positivas del futuro”.
¿Cuáles son esas insatisfacciones y enojos de los que se sirvió Milei? Para el sociólogo y antropólogo Pablo Semán, ese resultado electoral responde en buena parte “a una generación que en la práctica hace más de diez años que no ve horizonte”. “Desde el Plan Fines que no hay un proyecto integral pensado especialmente para los jóvenes. La imposibilidad de incorporarse de una manera real al mercado deja una marca y una percepción fuerte sobre la falta de un horizonte. Ante esta realidad, no necesariamente se puede distinguir que no da todo lo mismo, que no son todos lo mismo”, explica para dar cuenta de cómo se abona el terreno de la antipolítica.
La pandemia recrudeció el escenario. “Los sectores populares entendieron que el coronavirus trascendía la voluntad de un Gobierno, pero la dirigencia ahora tiene que recoger el guante y ofrecer algo más que frustraciones y compensaciones económicas. Muchos añoran ganarse el sustento sin ayuda, sin un plan. Y eso, que no es necesariamente individualismo egoísta, termina recalando en estas propuestas electorales que llaman a la autorrealización”, analiza Semán, quien ve en el apoyo a Milei no solo un voto de bronca, cierta derechización y antipolítica, sino una también reivindicación de esa productividad y autoestima.
“Hay que pensar seriamente cuál es el efecto político de una década de estancamiento del PBI per capita, de inflación, de angostamiento de las perspectivas de futuro y, además, de negación de todos esas percepciones”, propone Semán aunque acepta que no es sencillo hacer esa lectura: “Los barrios se hicieron más opacos. Se generaron pobrezas hacia adentro, bolsones internos donde ya no llega nadie”.
Más allá de la foto de las PASO, cree que “una parte de todo este fenómeno ya se había expresado en el voto de sectores populares a Mauricio Macri en 2015. Y justamente como se frustraron nuevamente, votaron a la versión más dura en 2021”.
En «¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina Kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha» publicado en 2019, el periodista y politólogo José Natanson se atrevió a correrse de las interpretaciones simplistas para explicar el ascenso de la coalición Cambiemos al poder, y le concedió la astucia de haber leído las tensiones que el kirchnerismo había pasado por alto en su último ciclo de gobierno. “El panorama de hoy es distinto al que yo había estudiado en 2015 y 2017. El voto es de simple castigo y no veo que eso dé lugar al surgimiento de grandes liderazgos carismáticos”, diferencia Natanson. Cree que Milei le sobreimprime a la vieja agenda neoliberal, que siempre estuvo representada en las opciones electorales desde la Ucede, una pátina reaccionaria y de antiderechos. Lo que llama “un liderazgo freak” está acotado a la Ciudad de Buenos Aires: “Genera un entusiasmo juvenil que me recuerda a lo que históricamente pasa con la izquierda radical del trotskismo. Puede crecer, pero para que se consolide como una construcción política a futuro va a necesitar de un armado y de otras lógicas de la política que por ahora no se vislumbran”.
En la lectura y la comprensión del packaging de esta nueva derecha y en un análisis que identifique cómo se articulan estos fenómenos marginales pero que han demostrado tener capacidad expansiva parece estar la clave para reconectar con las demandas materiales de una parte del electorado.
(*) Por Ana Clara Pérez Cotten (Télam)