Comenzó la cuenta regresiva para el 14N y el gran choque entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. El peronismo y la oposición cara a cara y pensando en el 2023.
Esta vez el Frente de Todos tiene, como ocurrió en 2017, que acortar una diferencia de 20.000 votos con lo que sumó la oposición en las PASO. Para algunos, es más complicado que hace cuatro años porque el presidente no es Mauricio Macri a quien apuntaron los dardos; para otros, el peronismo sabe cómo recuperarse y ganar elecciones.
El gobernador Sergio Ziliotto pasó a la ofensiva y puso en marcha el Plan Remontada. La campaña se provincializará lo más que se pueda, como ocurre con otras provincias golpeadas también por la «nueva ola amarilla» que quieren mejorar su desempeño y diseñaron respuestas particulares. Esto significa poner el acento en la gestión local y en las fortalezas del gobierno y despegarse del escenario nacional y del voto enojo contra el presidente.
Se «alambrará» la campaña como está acostumbrado el peronismo pampeano, lo que se empezó a observar en estos días. Ziliotto poniéndose directamente al frente de la campaña. Se juega mucho, ya lo dijimos, con su primera elección como gobernador y delineando su liderazgo en el PJ local. Para eso lanza señales hacia algunos sectores enojados con el rumbo del gobierno nacional y muestra cierta autonomía.
El protagonismo del mandatario en las medidas que destrabaron las exportaciones de «carnes chinas» es parte de esa línea. Otra es la llegada del ministro Julián Domínguez a la provincia abriendo el diálogo con las entidades rurales.
El Frente de Todos también se puso en marcha para la remontada en cada localidad. El gobernador comprometió otra vez a las y los intendentes y a los funcionarios de su gestión en una campaña que será cara a cara. Buscando el voto díscolo. Calculan que hay unos 70 mil votantes en los que buscar el apoyo esquivo de las PASO. Los que no fueron a sufragar el domingo de las primarias, los que lo hicieron como blanco o nulo, el voto propio que jugó en la interna de Juntos por el Cambio (aunque no fue tanto como se estima) o fue a fuerzas menores.
El compromiso de los intendentes, como contar con recursos, es clave. En los pueblos medianos y chicos donde se habló con el vecino, el resultado fue favorable al FdT. Pasó en el departamento Catriló, en el de Trenel y en el oeste. Se espera que en Santa Rosa se revierta fácil. Es territorio de La Cámpora y el kirchnerismo. Una derrota en las elecciones sería un golpe más que duro para el sector: se quedaría sin banca la candidata a senadora Luz Alonso, del riñón de Cristina Fernández y referente K.
En algunos lugares se espera pasar al frente, como en 25 de Mayo, y en otros descontar diferencias, sobre todo en los territorios donde hubo un marcado antikirchnerismo en el componente del voto como General Acha o Quemú Quemú. Donde se apunta a achicar diferencias es en General Pico, que fue catastrófico. Estará muy difícil ganar por aciertos de la oposición y problemas en la tropa propia.
El plan por supuesto, tiene sus condicionamientos. Juntos por el Cambio está nacionalizando aún más su campaña y tratará de manejar esa agenda. Por un lado, la llegada de dirigentes del espacio opositor ya comenzó y va a ser incesante. Es increíble que Elisa Carrió, repudiada cuando vino a La Pampa en 2008 durante el conflicto con el campo por las retenciones ahora sea recibida a los abrazos en Trenel.
Por otro lado, la oposición cuenta con el empuje de medios nacionales y desde algunos afines durante la semana se empezó bajar línea de que la elección de La Pampa «es clave» porque se juega un senador. Una batería de medios como La Nación, Infobae y LPO le dieron rosca a esa idea. Además, a diferencia de 2017, la oposición viene mejor preparada y por lo que parece, más unida, no porque haya más coincidencias sino porque ven una victoria posible y habrá mayor reparto de cargos.
La maquinaria del peronismo se puso en marcha para revertir una vez más un escenario adverso. Será voto a voto entre oficialismo y oposición. En un mes y medio se sabrá quién ríe último.
(*) Por Norberto G. Asquini