El gobernador Carlos Verna brindó su discurso frente a la Legislatura, el último que dará como mandatario de La Pampa. Recuperándose del tratamiento realizado por su enfermedad, sus palabras finales fueron emotivas, pero su contenido fue un manifiesto político de cara a las próximas elecciones del 19 de mayo.
No hay una sola lectura sobre lo dicho: desde el campo peronista en La Pampa se aplaude, y desde el campo no peronista se lo critica. Y ni siquiera así: algunos peronistas estarán disconformes, algunos no peronistas apoyarán sus palabras.
Verna se plantó nuevamente, como lo hizo durante los últimos tres años, frente al gobierno nacional del presidente Mauricio Macri. Esta vez con argumentos más que contundentes, que le dan la razón, sumido el país en la actual crisis económica a la que el macrismo no le encuentra la salida. Habló de fracaso, de una gestión sin rumbo, ineficiente, sin sensibilidad. Le pegó por donde pudo y encontró argumentos sólidos para hacerlo.
Pero por sobre todo su discurso fue la afirmación del modelo de La Pampa peronista que resalta con el «hacerse cargo», y del «pampeanismo» que llevó adelante como política y que apuntala con el «no le debemos nada a nadie» ante Nación. Lo que considera, y no sin razón, un ejemplo dentro de la realidad política nacional. La larga lista de datos sobre la realidad (las estadísticas se pueden manejar a gusto también) y de concreciones presentes y proyectos a futuro dieron cuenta de lo que llama el estado de bienestar. Las políticas de Estado que son las bases del Estado peronista en La Pampa, que durante 36 años gobierna la provincia y que quiere extender su vigencia cuatro años más, esta vez con un sucesor de la renovación tras el cierre de ciclo de los grandes nombres de la generación del 83.
Verna contrapuso de esta manera las bases de ese complejo denominado La Pampa peronista al gobierno de Macri. Un estado de bienestar que contrasta con la actual crisis económica de una gestión liberal.
Ese estado de bienestar está sustentado en un Estado presente, con una política salarial activa, en la obra pública como motor de la economía y la promoción de actividades a través de empresas estatales, pero también con una administración ordenada (se pagan los sueldos en tiempo y con aumento), sin deuda pública y con la inversión en servicios estatales como educación y salud.
Por supuesto, desde la óptica opositora al peronismo se tendrán argumentos en contra de esa visión planteada por el mandatario. Se enumeran: alguna obra sin terminar, desprolijidades y manejos irregulares de la política como es el caso de una decena de presidentes de Comisiones de Fomento y el peso del empleo público por sobre la actividad privada. Y puede haber más.
Pero la permanencia de ese Estado peronista en La Pampa, tiene que ver con un Estado presente que se convirtió en un colchón ante la crisis económica nacional. Las consecuencias del ajuste golpean a todos lados y en todos lados, pero no todas las gestiones provinciales tienen la espalda para responder. Verna se despide del cargo fortaleciendo desde la soberanía política y desde un Estado presente una visión, y una misión, de la provincia y del peronismo.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)