En el marco del ciclo literario Extramuros, la etnomusicóloga pampeana Elena Hermo de Goldberg presentó anoche en la Casa de La Pampa su libro «Triste, Término, Estilo, Tonada. Genealogía de un rasgo a través de las formas».
La académica nacida en Realicó estuvo acompañada por los investigadores Emiliano Pino Meincke; Pablo Viltes y Carlos Loza, quien también participó del cierre musical junto con el pampeano Julio Argentino Aguirre y el bonaerense Patricio Sauton.
«Presentar mi libro en Casa de La Pampa es un regalo de la vida y además, por lo inesperado, tiene doble valor. Y es un honor porque se presenta dentro de un ciclo de autores, porque yo no me consideraba autora, soy música, soy pianista», señaló Hermo de Goldberg.
La publicación forma parte de su tesis doctoral, titulada «El Estilo pampeano-bonaerense: modos de producción, apropiación y pervivencia». El trabajo propone acompañar al lector-oyente en un recorrido especialmente elegido y conducirlo hacia el reconocimiento y la apreciación de las creaciones y prácticas sonoras de las llanuras pampeano-bonaerenses.
«Este libro fue una oportunidad para mí y una tarea amorosa, porque sentía que yo era el instrumento de los músicos para que se conozcan, los pudieran disfrutar y los pudieran reinterpretar a través de las transcripciones. Porque se escribió toda la música que acompañan los CDs, para que sea leída por un guitarrista o un instrumento de teclado», explicó la investigadora.
La edición de «Triste, Término, Estilo, Tonada. Genealogía de un rasgo a través de las formas» es la primera publicación del Instituto de Investigación en Etnomusicología de Buenos Aires, que fuera dirigido por la música pampeana entre 2006 y 2016.
Para Hermo de Goldberg el libro representa un triunfo tanto profesional como personal. «Creo que con este libro le estoy haciendo un homenaje, no solamente a la tierra donde nací, sino también a un padre inmigrante que llegó de Galicia a los 17 años y nunca pudo volver, y a una madre que era maestra rural, que anduvo también por esos tierreros cuando llovía, en un autito que lo habían conseguido para que ella pudiera ir a los pueblitos cercanos. Esa es la cuna donde yo me crié», concluyó.