El fabricante europeo trabaja en el desarrollo de tres conceptos. Muchos Estados europeos ya han convertido al hidrógeno en uno de los principales ejes del futuro desarrollo del sector aéreo.
Airbus presentó este lunes tres conceptos de avión propulsados con hidrógeno. En medio de la creciente presión de la opinión pública contra los transportes contaminantes, la meta de la empresa es poner en servicio en 2035 una aeronave de cero emisiones de CO2.
El constructor europeo europeo tiene en desarrollo tres conceptos de aparatos propulsados con motores de hidrógeno, que no emite contaminante ya que solo produce vapor de agua. Los desarrollos llevan el nombre de «ZEROe», por «cero emisiones».
Además de estar en crisis por la pandemia de coronavirus, el sector aeronáutico está jaqueado por el movimiento “flygskam” (vergüenza de tomar el avión) debido a las altas emisiones de CO2. Los aviones son responsables del 2 a 3% de las emisiones mundiales y por esa razón los responsables de la actividad tratan de avanzar rápidamente hacia la «descarbonización» del transporte aéreo.
“Esperamos desempeñar un rol de primer plano en la transición más importante que va a conocer nuestra industria”, aseguró en un comunicado el presidente ejecutivo de Airbus, Guillaume Faury. El grupo europeo quiere «convertirse en jefe de fila en la descarbonización de la industria aeronáutica».
Los proyectos de Airbus
El primero de los desarrollos de Airbus es un avión turboreactor «de configuración clásica», según detalló Faury. La aeronave transportaría de 120 a 200 pasajeros, o sea el equivalente de un A220 o un A320, con una autonomía de más de 3.500 km y estaría alimentado por una turbina de gas que funciona con hidrógeno almacenado en depósitos situados en la parte trasera del fuselaje.
La turbina de gas, donde se quema el kerosene vaporizado, es el corazón de los motores de los aviones. Hacer la combustión con hidrógeno, según explican los expertos, aportaría la misma energía.
El segundo concepto en el que trabaja Airbus es un avión de alcance regional turbopropulsda de hélice. Esa aeronave podría llevar hasta 100 pasajeros a una distancia de 1.800 km. El tercer concepto es un ala volante con una capacidad y autonomía similar al concepto del turboreactor.
Los desafíos del hidrógeno
El principal desafío de los desarrolladores es el almacenamiento del hidrógeno y su transporte. Desde Airbus explicaron que «el fuselaje excepcionalmente amplio ofrece múltiples posibilidades para almacenar y distribuir hidrógeno, así como para el acondicionamiento de la cabina».
El hidrógeno requiere un espacio de almacenamiento cuatro veces superior al del kerosene y, sobre todo, debe ser licuado a menos 250 grados.
Los depósitos criogénicos deben en efecto resistir a la presión, y ser de forma cilíndrica o esférica. Eso implica que no pueden ser situados en las alas, como lo están en la actualidad los depósitos de combustible de los aviones. Esa particularidad abre la puerta a numerosos cambios posibles en la forma del avión, al margen de ubicar motores bajo las alas.
Airbus, el grupo de motores Safran, así como su coempresa Arianegroup y Onera, evalúan desde principios de año la utilización del hidrógeno para la aviación.
Todo ese proceso llevará en total unos siete años, según Guillaume Faury. «Por tanto la implementación del programa está prevista en torno a 2028. Nuestra ambición es ser el primer constructor en poner en servicio semejante aparato en 2035».
Este calendario corresponde al objetivo de un «avión neutro en carbono» fijado por el gobierno francés, que prevé dedicarle 1.500 millones de euros (USD 1.800 millones) hasta 2022 en el marco de su apoyo al sector aeronáutico.
Muchos Estados europeos ya han convertido al hidrógeno en uno de los principales ejes del futuro desarrollo del sector aéreo.