El billete de $100 nació el 1° de enero de 1992, como parte de la decisión del gobierno de Carlos Saúl Menem de establecer al peso como moneda de curso legal. Desde ese entonces, y durante largos años, fue el papel de mayor valor, aunque en el último tiempo fue perdiendo cada vez más poder de compra.
El peso llegó para reemplazar al austral, que se había derrumbado con los sucesos de hiperinflación desatados a fines de los 80′. En paralelo, el Congreso votó la Ley de Covertiblidad, impulsada por el ministro de Economía de aquel momento, Domingo Cavallo, que establecía una paridad de uno a uno entre el peso y el dólar estadounidense.
El combo de políticas fue efectivo para controlar los aumentos de precios, aunque el sostenimiento del régimen a toda costa tuvo finalmente un elevado costo social, político y económico.
Al momento de su nacimiento, el billete de $100 podía comprar, por ejemplo: 33 kg de Asado, 38 kg de pollo, 227 kg de Leche, o 93 paquetes de yerba de 500 gramos, de acuerdo con datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de la época.
Durante 10 años, el billete estuvo sin perder poder adquisitivo. Con la crisis de 2001, la salida de la Convertibilidad y la devaluación de la moneda doméstica, esto cambió. Asimismo, la constante aceleración de la inflación a partir de mediados de los 2000′ deterioró aún más el valor del peso, lo cual condujo a la aparición de los billetes de $200, $500 y de $1.000.
En ese contexto, los últimos datos del INDEC mostraron que, en diciembre de 2021, el billete de $100 apenas pudo comprar: 100 gramos de Asado, 450 gramos de Pollo, 1 litro de Leche, y medio paquete de yerba.
En relación al dólar, hoy $100 equivalen a cerca de 50 centavos de la moneda estadounidense, dependiendo de la cotización que se utilice.
Como dato de color, vale destacar que los billetes surgieron con la cara de Julio Argentino Roca. Luego, con el gobierno de Cristina Fernández, aparecieron otros con la cara de Eva Duarte de Perón.