Mientras la Cámara Federal debe resolver si agrava la acusación contra Gabriel Carrizo en la causa por el atentado a Cristina Fernández de Kirchner y agrega la figura de asociación ilícita, el peritaje sobre la computadora de su hermanastra, Andrea Posadas, reveló que allí guardaba fotos de un arma al menos similar a la que el dueño de la máquina de hacer copos de azúcar mencionó que tenía en un intercambio de mensajes con ella misma un rato después del atentado. En aquellos chats, tras enterarse del intento de Fernando Sabag Montiel de asesinar a la vicepresidenta, Carrizo le decía a Andrea que creía que la pistola era suya.
La mujer le decía que no debía preocuparse porque no estaba a su nombre y que no tendría sus huellas. A la madrugada él le comentaba, aliviado: «Mirá, el arma con la que intentó ponerla no es la mía, yo le di un 22 corto». Su abogado intentó defenderlo con el argumento de que todo lo que decía por esas horas era en broma. Las pruebas que fueron apareciendo contrarían abiertamente ese planteo. Incluso, en una tanda de mensajes que se conocieron, él mismo mandó uno donde le anunciaba a un tal Kevin Bargas a las 23.17 del 1 de septiembre: «Recién intentamos matar a Cristina».
Carrizo está procesado por decisión de la jueza María Eugenia Capuchetti como partícipe del intento de magnicidio, es decir como un cómplice, pero no como alguien que tuvo un papel protagónico, como coautor. Esto fue lo que reclamó la querella de CFK después de que se conocieran los últimos mensajes donde el hombre se incluía en el intento de asesinato al mandar mensajes a un amigo y otras personas. También le decía a Kevin «el arma es mía amigo. Te lo juro por dios. Estamos con el grupo. Todos juntos», agregaba. Y redoblaba: «Para que el gobierno sepa con quienes se está metiendo. Bueno amigo el que la va a matar seguro va a ser un amigo o voy a ser yo. Recordá esta fecha. Esta hdp ya está muerta». Los abogados de CFK José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal solicitaron no sólo que se aplicara para Carrizo la coatuoría sino también la figura de asociación ilícita, extensiva a Sabag Montiel y a Brenda Uliarte. Los tres están detenidos.
El papel clave de Uliarte quedó claro en los mensajes que intercambiaba con distintas personas y porque el 1 de septiembre estuvo con Sabag Montiel incluso en el momento del intento de disparo. Solo que, cuando a él lo atraparon los manifestantes, ella se fue con la cabeza gacha, sin decir nada. Luego estuvo en Barracas en el lugar donde se juntaban los «copitos» y todo indica que con Carrizo habrían descartado ese arma mencionada por él, que no se utilizó. El arma secuestrada, usada por Sabag Montiel, era una Bersa de 7.65 mm. Uliarte fue detenida recién el 4 de septiembre y tras dudosas demoras de la Policía Federal para escuchar sus llamadas.