Las precipitaciones de Navidad y Año Nuevo trajeron agua a algunas zonas productivas que estaban muy complicadas pero la lluvia continúa esquivando varias localidades de la región pampeana.
“Es necesario atravesar este desierto de comienzo de año porque según el Servicio Meteorológico Nacional y los expertos en clima no esperan precipitaciones abundantes en ninguna parte del territorio nacional para estos días” explica Abraham Brostock productor agrícola bonaerense con explotaciones, además, en la provincia de San Luis. Los efectos por esta carencia de lluvias están provocando efectos dispares sobre el territorio productivo nacional según dependa de la cantidad de agua caída.
Desde luego que los cultivos de granos gruesos, el maíz y el sorgo dentro de los cereales y el girasol, la soja y el maní catalogados como oleaginosas, son los más afectados, aunque la producción pecuaria también se ve afectada y se refleja en el mercado con los precios a futuro que se están convalidando de los terneros de invernada por valores superiores a los de la venta disponible en la actualidad.
Mientras que los criadores buscan hacer lugar en los campos para que las vacas dispongan del escaso forraje disponible y tengan más posibilidades de quedar preñadas, en el sector agrícola, por la carencia de lluvias, la situación bordea la desesperación. En algunas zonas del sur bonaerense y de la región pampeana, los productores ruegan no sólo por más precipitaciones sino porque no se genere una ola de calor extrema que podría agravar aún más el panorama.
Los técnicos del Servicio Meterológico Nacional sostienen en voz baja “hay que pasar el verano”. Y, esta variación de la famosa frase del extinto ingeniero Álvaro Alsogaray, que sostenía que lo que debía transcurrir era el invierno, se justifica en recientes mediciones climatológicas. Para los primeros tres meses del año se prevé que continuará “la probabilidad de ocurrencia de precipitaciones inferiores a las normales en el Litoral, norte de la región pampeana y NEA”.