Las fuertes lluvias sin precedentes que azotan a la ciudad de Nueva York desde ayer hicieron colapsar los sistemas de alcantarillado, causando serias inundaciones generalizadas en numerosas calles, sótanos, escuelas, vehículos y el metro de la ciudad más poblada de Estados Unidos, informaron las autoridades.
«El agua subió rápidamente, tomando por sorpresa a algunas personas que se dirigían a sus trabajos en la hora pico del viernes. Los servicios de rescate entraron en acción cuando fue necesario, recuperando personas de autos atrapados y de sótanos que se llenaron de agua», consignó la agencia de noticias ANSA.
Por su parte, la gobernadora de Nueva York, Kathleen Courtney Hochul, declaró «estado de emergencia para toda la ciudad, Long Island y el valle del Hudson», debido a las intensas y repentinas precipitaciones que desencadenaron «inundaciones catastróficas y el caos generalizado en la metrópolis».
«En tan solo un día el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York recibió más lluvia que en cualquier otro, desde el año 1948.
La lluvia equivalente a un mes cayó en Brooklyn en apenas tres horas. La tormenta afectó directamente a una población de unas 8,5 millones de personas», reportó hoy a la prensa el Comisionado de Manejo de Emergencias de la ciudad, Zachary Iscol.
«Recomendamos a los residentes tomar precauciones y considerar el uso del transporte público cuando necesitan viajar. También evitar conducir en carreteras inundadas para prevenir accidentes y situaciones peligrosas», enfatizó el encargado de las tareas de protección civil.
«Las cifras totales son un síntoma del cambio climático», advierten medios científicos, con una atmósfera «más cálida que actúa como una enorme esponja, absorbiendo más vapor de agua, y luego exprimiendo en intensos chorros que fácilmente pueden anular las obsoletas protecciones contra inundaciones».
«En general, como sabemos, este patrón meteorológico cambiante es el resultado del cambio climático», manifestó Rohit Aggarwala, director climático de la ciudad de Nueva York.
«Y la triste realidad es que nuestro clima está cambiando más rápido de lo que nuestra infraestructura puede responder», agregó.