Paul Alexander, el hombre que vivió conectado durante más de 70 años a un pulmón de acero, murió de covid-19 hoy a los 78 años. La noticia fue informada por la organización de recaudación de fondos Gofundme.
El escritor y abogado estadounidense, apodado como “Poli Paul”, desde los 6 años necesitaba de la cámara metálica para poder respirar. En el verano del ’52 contrajo la enfermedad que lo dejó paralizado del cuello para abajo.
En aquel entonces aún no existía la vacuna contra la “polio”, que actualmente se le suministra a los niños, el único tratamiento posible al que debían someterse los pacientes era utilizar estos artefactos de metal en los que permanecían acostado el resto de sus vidas.
Cómo era la vida de Paul Alexander
Paul Alexander se graduó del secundario como el primer alumno en no haber asistido ni a una clase. A los 21 años se recibió de abogado litigante y representó a clientes en el tribunal con un traje de tres piezas y una silla de ruedas modificada que mantenía su cuerpo erguido.
Además, en su rol como activista, realizó una sentada por los derechos de las personas con discapacidad y en 2020 difundió sus memorias, llamadas Tres minutos para un perro: mi vida en un pulmón de hierro, que escribió con una birome atada a su boca.
Por otra parte, Alexander fue reconocido por el Récord Guinnes Mundial por ser la persona que pasó tiempo dentro de un pulmón de metal.
Qué es la poliomielitis, la enfermedad que contrajo Alexander
La polio es una enfermedad infectocontagiosa causada por el polivirus. El virus se transmite por de persona a persona y puede infectar la médula espinal de una persona generando la parálisis que luego obliga a los pacientes a permanecer en la cámara metálica. Gracias a la vacunas Salk y Sabin, la enfermedad está casi completamente erradicada.
El «pulmón de hierro» de Paul
El ventilador fue inventado en la década de 1920 en Estados Unidos, en medio del brote más fuerte de la polio. A finales de 1959, más de 1.200 estadounidenses dependían de este pulmón de hierro para mantenerse con vida.
Se trata de una cápsula hermética que toma oxígeno y permite que los pulmones se expandan y, así, el paciente respire. Debido a la incomodidad que representa, y gracias a que se redujeron los casos drásticamente, esta máquina se volvió cada vez menos común, hasta que, para 2014, solo quedaban 10 personas usándola.
Actualmente, la mayoría de los pacientes con parálisis de los músculos respiratorios usan ventiladores mecánicos que empujan el aire dentro de las vías respiratorios con presión positiva.