El Criptogate, la gran estafa con los memecoins que tuvo como principal implicado al presidente Javier Milei, provocó una crisis de gobierno de alto impacto y de largo plazo. Este tsunami de errores autoinfligidos por el propio mandatario, con todas sus secuelas, cambió el escenario político. Y la mirada de sus actores, a nivel país y también en La Pampa.
El escándalo fue peor que las tres movilizaciones precedentes (jubilados, universidades públicas y colectivo LGTB). En unas horas, un tuiter devaluó su relato: demostró que el presidente no es honesto, no es un genio de la economía y no es confiable. El derrotero de los días siguientes no hizo más que profundizar la situación: periodistas comprados, declaraciones incriminatorias, denuncias de pedidos de coimas por parte de Karina Milei, investigación iniciada por el FBI, etc. Hasta los tuiteros libertarios tuvieron que callarse frente a semejante golpe.
La encuesta de Zubán y Córdoba demostró que el 60% de la población cree que toda la maniobra fue una estafa. Y por supuesto la imagen negativa del presidente subió.
Debemos aclarar: todo esto no se traduce directamente en términos electorales. El escándalo desinfló a una gestión que se creía inimputable pero en términos electorales hay un votante libertario que parece de teflón (al decir del periodista Gustavo González) que todavía lo apoya en parte por su antiperonismo y en parte por un presente de vacas flacas pero de inflación contenida.
El escándalo del Criptogate movió las fichas de la política. En La Pampa un peronismo que parecía haber desensillado frente a un Milei al que no le entraba una bala pareció retomar la iniciativa opositora. El gobernador Sergio Ziliotto habló de las complicidades para que se llegara esta situación y directamente habló de estafa. Fue uno de los pocos mandatarios provinciales en hacerlo junto al bonaerense Axel Kicillof. Sus legisladores en el Congreso impulsaron el juicio político en Diputados (Rauschenberger y Marín) y en el Senado, Daniel Bensusán la posibilidad de la comisión investigadora que se cayó por la presión que ejercieron los gobernadores radicales con el voto de seis senadores de la UCR.
El peronismo tomó un respiro, aliviado, pensando en las elecciones 2025 que parecían catastróficas hasta esta semana. Algunos dirigentes replicaron en las redes memes y noticias sobre un presidente tuitero que la embarraba más cada vez que abría la boca. No todos están en la misma onda: en el PJ hay quienes todavía no se han enterado de que Milei va por La Pampa peronista. Todos se dan cuenta quienes son los que se hacen los disimulados.
El radicalismo jugó a la doble vara, si bien hay un espíritu crítico que sobresale. El comité provincia pidió investigar la estafa, la diputada nacional Marcela Coli repudió la maniobra y el senador Daniel Kroneberger (en una maniobra que a muchos les extrañó) votó a favor de crear una comisión investigadora. Hubo muchos otros dirigentes que prefirieron hacer la vista gorda. La mirada está puesta en la provincia y usan lo que conviene del relato libertario para pegarle al peronismo y se hacen los distraídos con sus mamarrachos.
Por supuesto los libertarios quedaron noqueados. Mientras que el Pro pampeano tampoco atinó a nada, más que a esconderse. Esta vez, los pocos dirigentes que publicaron en sus redes (ninguno hizo entrevista) no dijeron una palabra de lo ocurrido (imposible una defensa), pero atacaron al peronismo. Su senadora, Victoria Huala, votó en contra de conformar la comisión investigadora. Uso la doble vara de la que acusa al peronismo: los estafadores son los otros, con los propios mejor hacerse el desentendido. Uno de los pocos que se salió del libreto fue el intendente de Doblas, Darío Monsalvo, que en otra sintonía pidió sostener al partido por sobre cualquier alianza. Pero el Pro pampeano, finalmente, quiere ser libertario, lo que le falta es que lo inviten a subirse al barco.
(*) Por Norberto G. Asquini