viernes 29, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

El Cordobazo en La Pampa: Marchas y primeras pintadas en Santa Rosa y General Pico (*)

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En mayo de 1969 estallaron en el país una serie de puebladas contra la dictadura de la Revolución Argentina. El 15 de mayo fue asesinado Juan José Cabral en una protesta estudiantil en Corrientes, y al día siguiente, en otra marcha estudiantil en Rosario, fue asesinado el estudiante Luis Norberto Blanco.





El día 29 la CGT declaró un paro nacional contra el gobierno del general Juan Carlos Onganía y una fuerza popular contenida hasta el momento estalló en el país. El epicentro fue Córdoba en una jornada en la que trabajadores y estudiantes tomaron la ciudad y resistieron a la policía y al Ejército durante varios días. Fue una revuelta urbana espontánea de la que participó la comunidad cordobesa y dividió la historia contemporánea del país.

En La Pampa las repercusiones de la gran ola de protestas que sacudían al país llegaron atenuadas pero dejaron su marca. En Santa Rosa el miércoles 21 de mayo, tras la muerte de los estudiantes en otras provincias, las y los alumnos del Instituto del Profesorado Secundario tomaron la iniciativa de hacer un paro de actividades por 48 horas. Se sumaron por 24 horas los Centros de Estudiantes de Agronomía (CEFA) y de Económicas (CEFCE) -de Agronomía fueron sólo 5 estudiantes y se opusieron a la manifestación cerca de 60- de la Universidad de La Pampa. Y se cerraron los colegios secundarios: primero el Industrial, luego el Normal, el Nacional y el Nocturno de Bachilleres, en solidaridad con los universitarios.

La marcha del silencio

En las primeras horas de la mañana las y los estudiantes secundarios más comprometidos anunciaron a sus compañeros sobre el paro universitario y los de quinto y cuarto año corrieron la voz hasta que las aulas fueron totalmente abandonadas. El movimiento de solidaridad espontáneo de la juventud santarroseña no pasó desapercibido. En el Normal, donde las y los asistentes fueron obligados a cursar, dos alumnas de 16 años que difundían el paro estudiantil, fueron demoradas por un policía del área de Investigaciones que estaba de civil parado en la puerta de acceso al establecimiento, hecho repudiado por los padres y madres presentes en el lugar.

Ese día se realizó una marcha de silencio convocada por el CEFCE –a las 19.30 de ese mismo día–, por el centro de Santa Rosa y la manifestación continuó en la iglesia Catedral, con una misa ofrecida por los caídos que estuvo colmada. Resguardándose del frío, y esperando afuera la finalización del oficio, quedaron los jóvenes no católicos. De nuevo la marcha de repudio juntó un millar de personas hasta colmar las calles céntricas en horas de esa noche, mientras una treintena de policías de civil seguía de cerca a los manifestantes y algunos les sacaban fotos.

Fueron varios los comerciantes que acompañaron el pedido de las y los jóvenes y cumplieron con la consigna de oscurecer sus vidrieras durante la movilización. Si bien la marcha santarroseña no fue reprimida como sucedió en otros puntos del país y fue tolerada por las autoridades, no dejó de estar presente una soterrada persecución a los participantes. Una empleada de la Caja de Previsión Social y alumna del Instituto del Profesorado fue cesanteada días después por participar de la movilización.

En General Pico

En General Pico se realizó una movilización juvenil en solidaridad con los mártires de las revueltas. Allí, alumnos de los últimos años del Nacional arengaron a sus compañeros, y se determinó no ingresar o dejar las aulas. Una manifestación espontánea de estudiantes secundarios y alumnas y alumnos de la delegación de la Universidad Tecnológica Nacional partió del centro y marchó hasta la plaza España, frente a la parroquia del cura José Grigione. Allí se desarrolló un acto y luego se ofició una misa. En General Acha también hubo una concentración.

El 22 de mayo a la noche el Centro de Estudiantes de Económicas había resuelto un nuevo paro de actividades para el día siguiente. Pero el rectorado de la Universidad extendió el receso de actividades hasta fin de mes ante los episodios que conmovían al país y sacudían su ámbito. Esto hizo que la movilización de los universitarios se diluyera pues muchos prefirieron volver a sus lugares de origen. En la Escuela Normal, por ejemplo, la cuádruple falta mermó la participación activa de sus estudiantes.

Los crespones del 25 y la pintada

Finalmente, unos cuantos estudiantes universitarios y secundarios -que enfrentaron las inasistencias – continuaron durante los días siguientes cantando el himno frente al monumento del general San Martín en la plaza santarroseña. Durante los actos en conmemoración del 25 de mayo en Santa Rosa –una de las pocas ciudades del país donde se realizaron ese año–, los estudiantes volvieron a hacer notar su presencia luciendo crespones negros y repartiendo cintas oscuras al público en señal de duelo, mientras se realizaba el desfile cívico-militar en la avenida San Martín. Delia Gette me acercó una fotografía que guardaba de ese día. En ella se la ve portando la bandera en el acto por el colegio Ayax Guiñazú. «Como verás, tenía el crespón negro sobre el pecho y también lo tenía la primera escolta, una prima mía», explicó.

La noche previa al 25, manos anónimas habían dejado sus muestras de repudio a la dictadura. Sobre el pie del mástil ubicado frente al municipio donde iban a pasar las filas militares figuraba la leyenda «Asesinos» y la imagen de varias manos ensangrentadas. El monumento al General San Martín en la plaza principal tenía colocado un cartel con la misma leyenda. Fue un hecho inédito que en la ordenada capital pampeana se pintara un monumento público.

El periodista Juan Carlos Pumilla recordará años después: “fuimos con otros tres compañeros, uno de ellos el ‘Gringo’ (Pablo) De Pián que era fotógrafo y que tuvo la exclusiva. Cuando bajamos de la camioneta con los baldes, el policía que vigilaba frente a la municipalidad nos vio, dio media vuelta y se alejó hacia el Banco Nación. Así terminamos la primera pintada que se hizo en Santa Rosa en un monumento que representaba al Estado para nosotros”.

(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)

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