La renuncia de un jefe de la Policía de La Pampa nunca pasa desapercibida por todo lo que implica. Muchas veces los cambios de nombres se deben a causas políticas, pero las renuncias no. Más allá de las cuestiones personales y puntuales, en la renuncia del ex jefe Roberto Ayala hubo de fondo un choque de concepciones. ¿Cómo cayó el recambio al interior de la fuerza?
El viernes se conoció la noticia de la renuncia del jefe de Policía, Roberto Ayala, y este domingo su descargo público despotricando contra el ministro de Seguridad, Horacio Di Nápoli. Entre ambos, desde que asumió el titular de la cartera en diciembre y a poco de andar, la relación fue conflictiva y el final de esa historia llegó tras un derrotero de desavenencias ocurridas en los últimos meses. Solo la pandemia de Covid-19 y la emergencia sanitaria hicieron que se mantuviera en el cargo hasta que se aclarara el escenario.
En esas diferencias con el ministro hubo tanto motivos políticos como personales que llevaron a tomar la decisión de dar un paso al costado. Los segundos tienen que ver con la personalidad del ex jefe de Policía, al que tildan de representar a “la vieja escuela” por el uso de cierto rigorismo. También de manejar algunas decisiones administrativas internas con criterio “político”, como los trasladados y destinos, una de las críticas que se podían escuchar dentro de la institución. El caso del policía de Bernasconi que viajó hacia la capital provincial supuestamente para atentar contra él, más allá de las cuestiones específicas del caso, daban cuenta de cierto malestar en la fuerza.
El esperado final
Los rumores de renuncia del jefe comenzaron a escucharse en el periodismo en enero, y desde la misma fuerza. En todos los casos, se daba como motivo el difícil comienzo con el nuevo ministro. Ayala era un “halcón” que definía en la Policía y pasar al nuevo gobierno no le resultó fácil. Y tampoco el perfil del nuevo titular de la cartera de Seguridad, que desató discusiones y que llevaron al Di Nápoli a levantar el tono en alguna charla.
Con la llegada de Sergio Ziliotto a la gobernación hubo un recambio político e institucional que se hizo notar en varias áreas. Hasta ese momento, la política de seguridad fue manejada en La Pampa por un oficial de la Policía que tenía relación directa con el gobernador. Salvo con el caso de Juan Carlos Tierno, con el que siempre la relación fue crítica –como con todos-, porque imponía su línea de “mano dura” y sus ataques histriónicos. Hasta que finalmente tenía que renunciar por sus desaciertos.
Con la llegada de Di Nápoli se adoptó una gestión política más presente y la política de seguridad se comenzó a manejar desde el Ministerio. Desde el comienzo hubo una clara incompatibilidad entre el ministro y el jefe, al superponerse funciones y roles.
Esta nueva política en materia de seguridad ya se venía notando en la “cesión” de protagonismo de Ayala en reuniones y operativos. “Alcanza con ver las fotos en los medios para notar una mayor visibilidad de los funcionarios del Ministerio en todas las actividades relacionadas con la seguridad, y cada vez menos de la policía. Ya no se veían uniformes”, detalla un analista consultado.
El choque de dos concepciones
Con Di Nápoli y Ayala hubo dos concepciones que chocaron en la manera de pensar la Policía y la Seguridad en La Pampa. Una más operativa y policial, y otra más “civil”. Una más tradicional y otra más moderna. Ayala fue un hombre netamente operativo que trasladó y aplicó ese principio a toda la policía. Hubo algunos cambios en las calles como el color en los uniformes, la indumentaria de verano y los patrullajes en bicicletas o el proyecto de compactación de los vehículos judicializados, por ejemplo. Pero no fueron de fondo. Formado en la “vieja escuela” reforzó los medios en unidades operativas en desmedro de las especiales, más modernas, que fueron retrocediendo.
Esta línea pareció reducir la policía a su función más básica (prevención con puestos fijos y algo de investigación basada en datos que surgieran de la calle) en desmedro de las nuevas tendencias y lo tecnológico.
Di Nápoli, más vinculado a la Justicia y los fiscales, comenzó a imponer una concepción de policía más moderna y dotada de herramientas tecnológicas. Un proyecto más innovador, de acuerdo a las fuentes cercanas a Ziliotto, y también desde una conducción con una mirada “civil” de la policía frente a la mirada más tradicional. El cambio es necesario. Actualmente, están llegando a comisarios quienes nacieron y crecieron en el sistema democrático, más allá de su formación institucional. Las transformaciones son necesarias.
¿Cómo cayó el recambio de Ayala? La caída del “halcón” cayó bien en la fuerza. El nuevo jefe, quien era el segundo en la Policía, Héctor Lara, es un dialoguista y era quien tenía la relación al interior de la fuerza. El nuevo subjefe, Angel Bossio, es reconocido por las y los uniformados y se destaca que es toda una novedad que en la Jefatura haya un oficial de General Pico con conocimiento de la zona norte.
Hay recambio en la policía. Desde hacía meses se esperaba este final. Habrá que observar ahora cómo se implementarán en la realidad las transformaciones que pretende esta nueva conducción de la política de seguridad en La Pampa.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigadores)