La serie Carmel ¿quien mató a María Marta?, genera en la audiencia la sensación de un misterio abierto, en el que las distintas versiones compiten en un plano de igualdad. Más allá de los intereses mediáticos, la larga investigación judicial lleva a otras conclusiones.
Viendo el documental Carmel, producido por Netflix, es posible llegar a la conclusión de que después de años de trámites judiciales las sospechas sobre el caso quedaron «en el medio», pero en realidad, por lo menos para la justicia, no hay «sospechas parejas». En la actualidad, la hipótesis que será llevada a juicio es que María Marta García Belsunce llegó anticipadamente a su casa, en bicicleta, en medio de la lluvia, y el grupo que estaba robando en la vivienda no la escuchó al llegar. Esa bandita, según la hipótesis judicial, estaba acaudillada por Nicolás Pachelo e integrada por vigiladores del country, a quienes les había llegado el rumor de que de que Carlos Carrascosa y María Marta tenían un millón de dólares en la vivienda, dado que eran tiempos del corralito.
A diferencia de lo que se reconstruye en Carmel, MM no entró y después llegaron los asesinos, sino que ocurrió al revés: ya estaban robando y llegó MM. Por eso el desenlace se produjo arriba: ella los descubrió, porque los escuchó o los vio, seguramente escondidos en forma apresurada en el vestidor. Por supuesto que María Marta los conocía y ya los había denunciado, por robos y por el secuestro del perro Tom, por el que habían pedido de rescate de 5.000 dólares. Según el estudio que hicieron el forense ya fallecido, Osvaldo Raffo, y el criminalista Raúl Torre, los disparos fueron a 0,1 centímetros de la cabeza, es decir que el homicida descargó todas las balas del calibre 32 con el arma apoyada en el cráneo.
Pachelo está preso en el penal de Florencio Varela después de haber entrado en 2017 y 2018 a casas de al menos tres countries: Abril, en Hudson, Nordelta en Tigre y Tortugas, en Pilar. Antes de eso, ya estuvo tres años preso por robos en otros countries, entre ellos Carmel. Pero, en algunos casos, la modalidad dejó al descubierto algún tipo de «desequilibrio metal»: iba a jugar al fútbol con sus amigos, les robaba las llaves de los bolsos y luego, como los conocía, sabía cuando no estaban en sus casas y entraba en ellas para robarles.
El caso María Marta Augé
Esta metodología le permitía robar sin usar armas, pero hubo un caso, muy detallado en el libro Perdón María Marta, de Pablo Duggan, en que Pachelo entró a robar en el departamento de su amigo Gastón Augé. Para asegurarse que no hubiese nadie, llamó todos los días anteriores para confirmar cuándo la familia viajaba a Arrecifes. Finalmente ingresó con la llave que había robado, pero se encontró con la madre de Augé. En ese caso estaba con una capucha puesta, esgrimió un arma y tomó a Marta María Augé del cuello para que le dé dinero y joyas.
Poco tiempo después, Pachelo terminó reconociendo ese robo, aunque le dijo a Gastón que él no fue personalmente, sino que mandó “a dos tipos de Pilar”. Alegó que era adicto al juego y que no tenía para comer. En total, Pachelo confesó siete de los muchos robos por los que estaba acusado, y se lo condenó a tres años y tres meses de prisión. Las incursiones fueron también en el edificio de Retiro al que se mudó después del suicidio de su madre y hasta en la vivienda de alguna chica con la que mantuvo una relación después de haberse separado. También ese caso había robado las llaves.
Después de la condena a tres años y tres meses en 2007, Pachelo estuvo en la cárcel otro año por vender pastillas en una fiesta electrónica en una quinta y ahora permanece en el penal de Florencio Varela por los robos de 2017 y 2018. Tiene también procesos por estafa y violencia de género.
La reconstrucción del domingo fatal
Los fiscales Inés Domínguez y Andrés Quintana, de Pilar, terminaron reconstruyendo todo lo ocurrido el día de la muerte de María Marta y serán los acusadores de Pachelo y los dos vigiladores del Carmel, Norberto Glennon y José Ortíz. Contra éste último ya había acusaciones de robo y, sobre todo, quedó más comprometido cuando apareció sorpresivamente al lado de la casa de Carrascosa y María Marta cuando el viudo llegó en su camioneta aquel domingo de octubre de 2002 cerca de las 19. En cualquier caso, los fiscales creen que el que disparó fue Pachelo, tomando como base de que ya registraba el robo a mano armada en el departamento de los Augé. La diferencia es que María Marta lo conocía, lo agarró con las manos en la masa, ya lo había denunciado antes y él la odiaba.
La cantidad de indicios es apabullante. Pachelo dijo que no estaba en el country a la hora del crimen (entre 18.15 y 18.30), pero se probó que salió del Carmel a las 19.07, según se vio en las cámaras de la entrada. Lo hizo por la puerta de visitas, para no quedar registrado con la tarjeta que se usa en la puerta de socios. En aquel momento llamó a su madre y el celular se accionó en la antena de Pilar y no en CABA donde alegaba estar. Finalmente, tres jóvenes lo vieron trotar cerca de la casa de María Marta y Carrascosa.
Las manchas de sangre
El diagnostico de Raffo y Torre de que el disparo fue a 0,1 centímetros lleva a otra conclusión: es casi seguro que el homicida se manchó de sangre. Por eso tiene relevancia el testimonio de la doméstica de Pachelo que contó que, por única vez en todo el tiempo que trabajó allí, Pachelo lavó su ropa ese domingo con el argumento de que era “para aliviar el trabajo de la doméstica”. Así lo admitió el propio Pachelo.
Para redondear, a la mañana siguiente, Pachelo fue a desayunar adonde solía hacerlo, en una estación de servicio, y le preguntó al estacionero: “¿qué se sabe de la mujer que mataron en El Carmel?” Como es obvio, a esa hora no se sabía que se había tratado de un homicidio: recién se determinó que fue un asesinato un mes y medio después.
El enigma de la serie
En el documental, el centro está en mantener el interrogante del subtítulo ¿Quién mató a María Marta? Pero el tiempo y las pruebas fluyeron en estos 18 años. Carrascosa fue sobreseído por la Cámara de Casación de la Provincia de Buenos Aires que, entre muchas otras evidencias, sostuvo que si la familia hubiera querido tapar las cosas, tenía el recurso de cremar el cuerpo y no lo hizo. Tampoco hubiera llamado a dos ambulancias. Ese fallo fue confirmado por la Corte Suprema bonaerense y, pese a que se cumplió la doble instancia, el fiscal de Cámara, Carlos Altuve, apeló a la Corte Suprema de la Nación, con muy pocas chances de que el máximo tribunal revea un fallo que ya tiene ese doble conforme. Tal vez eso es lo que está esperando el Tribunal Oral número 4 de San Isidro para iniciar el juicio contra Pachelo y los dos vigiladores.
Es sabido que resulta casi imposible esclarecer un caso 18 años más tarde. Si en el tiempo inmediatamente posterior a la muerte de María Marta, con la hipótesis del robo, se hubiera buscado el arma y la pequeña caja de seguridad que se llevaron los homicidas, si se hubieran hecho las pruebas sobre la ropa que lavó Pachelo, si se hubieran tomado declaraciones a los vigiladores, tal vez hoy el guion del documental de Netflix estaría relatando una historia diferente. Lo que sí está claro, es que para la justicia no se trata de un partido que recién se inicia ni existen sospechas equivalentes.
(*) Por Raúl Kollman (Página 12)