El anuncio del senador radical Juan Carlos Marino de no presentarse a una nueva reelección tiene un efecto si se quiere disparador al interior de la oposición al peronismo en La Pampa. Abre el panorama para que en las PASO los distintos sectores se animen a presentar candidatos con un competidor (y central) menos y con el cargo vacante en el Senado. A priori, y si como pronostican algunos consultados, si se conforma Juntos por el Cambio, habría al menos cuatro boletas en juego para agosto en la oposición pampeana.
La decisión de Marino de no presentarse a una nueva reelección permite barajar a todos los sectores y jugar con otras cartas a las ya dadas en otras votaciones. Desde hacía 18 años que el ex intendente de Miguel Riglos ocupaba un cargo en el Senado, lo que lo convirtió en una figura gravitante en la oposición. Su permanencia en el cargo, el más importante que ocupaba un dirigente de la oposición provincial, llevó a taponar las posibilidades de otros dirigentes. Sobre todo por los recursos económicos acumulados durante casi dos décadas en la Cámara Alta y las relaciones políticas tejidas. De la mano del histórico operador radical Coti Nosiglia, Marino ocupó cargos estratégicos en el Senado y se convirtió en un aliado clave.
En los últimos tiempos, como indica La Política Online, Nosiglia fue perdiendo espacios y también Marino. En el último año el pampeano no tuvo ningún cargo relevante y la votación por la legalización del aborto, a la que se opuso, le terminó significando una derrota legislativa y política. En la provincia tampoco pareció quedarle margen para volver a presentarse, posibilidad que había analizado. Los reclamos de renovación, que apuntaban directamente al senador, se sumaban; aparecían otros nombres en danza para enfrentarlo y las alianzas ya no eran tan firmes como antes.
Sin embargo, esto no significa un final cercano para su vida política. Tiene 57 años. Se espera que siga participando, y así lo anunció, en el futuro próximo del radicalismo. Seguramente apoyará una de las listas que se están prefigurando por estas semanas (hay que ver si se mantiene su alianza con el sector Altolaguirre-Berhongaray) y algunos arriesgan que por sus declaraciones estaría pensando en la candidatura a la gobernación para 2023.
La oposición, a diferencia del peronismo y como correlato de lo que ocurre a nivel nacional, vive momentos de dispersión y las elecciones legislativas de este año le servirán a los distintos secotres para medirse e ir definiendo el escenario para dentro de dos años cuando lleguen las ejecutivas.
Es difícil un orden en la oposición y menos cuando no hay liderazgos definidos y hay sectores lanzados a reclamar mayor participación, como el caso de las mujeres radicales o la juventud. Igualmente, todo dependerá de la estructura y la capacidad de cada línea para imponer a las y los candidatos. El reclamo por candidaturas por parte de las mujeres es legítimo, pero esas definiciones pasan por el filtro de los distintos sectores y de la dirigencia actual.
El panorama abierto por la decisión de Marino de bajarse, se indicó, abre el dique para nuevas candidaturas porque está en juego el principal cargo de la oposición. Hoy el panorama para las PASO es una interna en la que habrá varias listas. Al menos dos en el radicalismo con Daniel Kroneberger ya lanzado y la alianza con Francisco Torroba; y otra con los hermanos Altolaguirre y una posible sociedad con Marino. Y por el lado del PRO, si se conforma el frente Juntos por el Cambio, puede haber otras dos boletas que representen a los sectores que disputan la conducción en La Pampa. Y puede haber más postulantes si hay otros y otras que se animen a presentarse. Las PASO permiten esa posibilidad. Ya hubo elecciones primarias para la oposición al peronismo con cuatro listas en el radicalismo en 2011; con 5 la UCR más aliados y el PRO con otra por separado en 2013; ya en alianza hubo dos (una UCR y otra PRO) en 2015; y tres en 2017.
El anuncio de Marino terminó con una etapa en el radicalismo y parece abrir otra. Ya se están observando los movimientos que preanuncian la disputa por ver quién manda en la oposición que viene.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)