Una mujer, de 57 años, que había quedado ciega hace 16 años, comenzó a divisar formas simples y letras tras una cirugía de implante cerebral instalado en su corteza visual. Se trata de una intervención experimental e inédita realizada por el equipo de Neuroingeniería Biomédica de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de la ciudad española de Elche.
La intervención, que dio como resultado la más alta percepción conocida hasta el momento en este tipo de patología, fue dirigida por el investigador de Biología Celular Eduardo Fernández Jover, que junto a su equipo ya había logrado una primera prueba con éxito en primates en diciembre de 2020.
El implante que se coloca en la corteza visual consta de consta de microelectrodos intracorticales, que estimulan «de forma segura» la zona del cerebro que da funciones al ojo. El dispositivo mide 4 milímetros de lado con electrodos de 1,5 milímetros de longitud. «Esta es la primera vez que se realiza un implante cerebral de este tipo en una persona ciega, y los resultados son muy alentadores para el desarrollo de una neuroprótesis visual», celebró Fernández Jover.
El implante, indicó el investigador al Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), podría ayudar a personas ciegas o con baja visión residual a mejorar su movilidad, e incluso de una forma más ambiciosa a percibir el entorno que las rodea y orientarse en él. «Todavía hay muchos problemas por resolver y es muy importante avanzar poco a poco y no crear falsas expectativas», matizó Fernández Jover.
¿Cómo se llegó al primer implante cerebral para personas ciegas?
El experimento duró seis meses e incluyó distintas pruebas sobre la participante para observar el aprendizaje de la corteza visual y posibles cambios, entre ellas, la creación de videojuegos para entrenamiento de la voluntaria, con una variación del clásico Pac-Man.
El sistema completo de estimulación incluyó también una retina artificial que emuló el funcionamiento del sistema de visión humana, situada dentro de unos anteojos comunes, y captó el campo visual situado enfrente, que transformó en trenes de impulsos eléctricos optimizados para estimular las neuronas de la corteza visual.
Entre las principales conclusiones del estudio, se destaca que el implante no afecta a la función de la corteza cerebral ni a la de las neuronas que quedan próximas a él, y que es posible que incluso después de muchos años de ceguera completa, el cerebro humano siga siendo capaz de procesar información visual.
Por último, Fernández Jover señaló que el desarrollo de neuroprótesis visuales cerebrales es «una necesidad para el futuro», ya que para muchas personas ciegas no existen tratamientos o dispositivos de ayuda útiles.
Actualmente, el equipo investigador está reclutando nuevos voluntarios ciegos para participar en estos experimentos y, en próximos estudios, esperan utilizar un sistema codificador de imágenes más sofisticado y capaz de estimular más electrodos simultáneamente para reproducir imágenes visuales más complejas.