La castense Sabina Ruiz fue convocada una vez más por el seleccionado argentino de hóckey sobre césped LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans), pero nunca pudo jugar partidos oficiales con Estudiantil de Eduardo Castex porque la Federación Pampeana de Hockey se ampara en una resolución de la Confederación Argentina de Hockey (CAH), a través de la cual pretenden que la jugadora se someta a un tratamiento hormonal para poder jugar en el torneo femenino.
«El hockey es mi pasión, pero no estoy dispuesta a realizar este esfuerzo con mi salud. No me quiero someter al tratamiento hormonal porque considero que no hay un estudio que determine si soy mujer o si puedo competir. No considero que esté preparada para hacer el tratamiento hormonal porque es un tratamiento invasivo que provoca alteraciones en la personalidad, y a los 22 años no lo necesito porque me siento bien en estas condiciones», dijo ayer Ruiz en el programa de Bien Arriba, que conduce Juan Carlos Alba, en Radio DON 101.5 Mhz.
La jugadora castense recibió la tercera convocatoria del seleccionado, aunque en una citación no participó en San Luis. «Este es el único deporte que hice en mi vida y es el deporte que también practican mi hermana (de 21 años) y mi hermanita (de 9 años)», destacó.
La entrevistada se lamentó porque nunca pudo jugar partidos oficiales en las canchas pampeanas. Todo comenzó cuando Estudiantil presentó la lista de buena fe de jugadoras para la competencia provincial, y desde la Federación Pampeana de Hockey les remitieron una resolución de la CAH.
En ese contexto, hace más de dos años realizó una presentación, con el acompañamiento de la abogada Paula Eugenia Kohan, ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), pero aún no tuvo respuesta. Ruiz considera una discriminación que para jugar deba realizar «un tratamiento hormonal, y durante doce meses hacer un estudio para medir el nivel de testosterona». Y se lamentó: «Así que entreno y juego algún partido amistoso cada tanto».
ANTECEDENTES
La Defensoría del Pueblo de la Nación instó -en enero de 2018- a la secretaría de Deportes de Nación que «recomiende» a la CAH a inscribir a jugadoras trans en equipos femeninos. Ese expediente surgió del denominado «caso Millamán», donde Jessisa Millamán jugaba en el Club Atletico Germinal de Rawson y la Asociación de Hockey del Valle del Chubut le impidió ficharse para jugar por su condición de transexual.
La Federación Argentina LGBT, la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina
(ATTTA) y la Defensoría LGBT porteña presentaron amparos judiciales y una denuncia por discriminación ante el INADI y la Secretaría de Deportes de Nación. Y la Defensoría del Pueblo de la Nación requirió al organismo que antes dirigía Mac Allister que «haga garantizar a esa Confederación el cumplimiento de lo que establece la Ley de Identidad de Género y así proceda al fichaje de jugadoras trans en la categoría femenina y su habilitación para participar en los torneos que organice».
El otro caso se produjo en Tucumán. En febrero de 2017 el juez civil y comercial N°4 de la San Miguel, José Dantur, dictó una sentencia pionera y ordenó a la Asociación que abriera sus puertas a Natalia Lazarte. El fallo fue apelado, pero un mes después la Confederación Argentina de Hockey anunció la admisión de «aquellas personas que cambien el sexo masculino por el femenino» que cumplan con las condiciones fijadas por el Comité Olímpico Internacional. Entre ellas, que la atleta exhiba un nivel de testosterona total en suero menor a los 10 nanomoles por litro (nmol/L) durante al menos un año antes de la primera competencia.
¿Y EL COI?
La nueva normativa de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), que limita los niveles de testosterona en atletas femeninas en carreras de distancias entre 400 metros hasta la milla, creó una polémica porque afecta directamente la bicampeona olímpica de 800 metros, Caster Semenya. A lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos no participó ninguna atleta abiertamente trans, explicó la abogada castense Paula Eugenia Kohan.
Y relató: «Esta afirmación la da Joanna Harper, física clínica, ex atleta y única mujer trans que trabaja en el COI. Desde hace cuatro años colabora en el COI dentro de un grupo que trata este tema específico. La misma Harper ha intervenido como testigo para la IAAF en el recurso que la atleta Semenya ha realizado contra la nueva norma».
Harper comprobó, a los nueve meses de iniciar su transición hormonal de hombre a mujer, que su velocidad en carrera había disminuido en un 12%, justo la diferencia que hay entre las categorías. Como científica se interesó en esta circunstancia para, con el tiempo, publicar el primer estudio que analizaba el rendimiento deportivo de las personas trans realizado en el mundo. Por ello se ganó el puesto de asesora del COI y ser además coautora de las directrices que el COI ha publicado en los últimos años.
Aunque, el COI tiene una serie de normas sobre los atletas transgénero que publicaron en 2016, en realidad quien controla quién compite en unos Juegos Olímpicos son las federaciones nacionales que eligen quién representa a su país, lo cual crea grandes diferencias entre los países.
«Existen países incluso en los que se considera honorable matar a personas transgénero y, por descontado, ningún deportista trans representará a esos países en unos Juegos Olímpicos. El COI no realiza controles sobre los atletas transgénero, sino que sólo ofrece una serie de normas. Son las federaciones nacionales las que realizan el auténtico control», explicó la abogada castense Kohan.
Una castense convocada para la selección nacional de hockey LGBT