A Gabriel Barbosa le dicen «Gabigol» y en esta final de la Copa Libertadores 2019 dejó en claro, una vez más, porqué. El atacante, que llevaba siete gritos a lo largo del certamen y 22 en el Brasileirão, había aparecido más bien poco en lo que iba del partido definitorio en el estadio Monumental de Lima. Y, sin embargo, a cuatro minutos del final, la estrella del Flamengo lo dio vuelta con dos goles y fue la clave del equipo carioca que se coronó nuevamente campeón y alcanzó su segundo título continental, tras el conseguido en 1981.
River Plate había arrancado a celebrar temprano en la final de la Copa: con gol de Rafael Santos Borré a los 14 minutos del primer tiempo, los millonarios le sacaron una ventaja importantísima a Flamengo. Luego de una jugada que inventó Enzo Pérez por derecha, la pelota le llegó al delantero, quien definió de un fuerte derechazo desde la altura del penal, inalcanzable para el arquero Diego Alves.
El equipo de Gallardo, que buscaba repetir la historia de la final ganada el año pasado nada menos que frente a Boca en Madrid, consiguió entonces una diferencia muy valiosa. Era un partido en el que ambos equipos se venían midiendo: aunque mostraban sus matrices más ofensivas, también se cuidaban en defensa.
Los conducidos por el portugués Jorge Jesús parecieron sentir el golpe del 1 a 0. A los 25 minutos de la primera parte, una jugada en la que Javier Pinola raspó en la mitad de la cancha y barrió desde el piso para quedarse con la pelota se conviertía en una buena metáfora del juego hasta entonces: si bien los cariocas no quedaban tan complicados en sus (pocos) intentos ofensivos, los dirigidos por Marcelo Gallardo les hacían sentir el rigor con su presión y el corte de su juego -allí donde el capitán y Enzo Pérez se lucían especialmente- y los brasileños transparentaban su incomodidad.
La movilidad característica del conjunto brasileño, esa que motivaba a propios y a neutrales a tenerlo como temido candidato a protagonizar esta final, todavía no se había visto. Mientras un desconcertado Flamengo naufragaba entre su nerviosismo y la falta de juego, River volvía a la carga y, a la inteligencia de desactivar el juego natural de sus rivales, le sumaba la fluidez y el vértigo que caracteriza a su propio juego.
Entonces era Gonzalo Montiel, a los 36 minutos, quien avanzaba con la pelota desde la derecha y pasaba la mitad de la cancha, y la cedía para Santos Borré, quien recibía y se paraba de espaldas al arco, para la llegada de Exequiel Palacios, quien sacaba un fuerte remate con su pierna derecha, apenas desviado.
La segunda parte comenzó con una jugada en la que Enzo Pérez perdió al uruguayo Giorgian De Arrascaeta, quien abrió para que Gabigol apareciera en escena: desde la derecha, el renombrado goleador del Flamengo, sacó un disparo que Franco Armani contuvo sin dificultades.
El once carioca se adelantó un poco luego de los primeros diez minutos del segundo tiempo, pero aún no era suficiente para incomodar a River. De hecho, a los 57 llegó su primera jugada colectiva punzante: luego de una combinación que Gerson y Arão armaron por la izquierda, Bruno Henrique desbordó en profundidad y le dejó servida la pelota a Gabigol. La estrella del ataque carioca estrelló su remate en De la Cruz y, tras el rebote, tampoco pudo el capitán Èverton Ribeiro. Hasta entonces a los brasileños no les alcanzaba y los que contienían su festejo eran los millonarios. Pero después llegó Gabigol y Flamengo volvió a ser campeón de la Copa Libertadores.