Chile dará este domingo un paso histórico con la instalación de la Convención Constituyente encargada de la titánica misión de redactar una nueva Constitución que reemplace a la heredada de la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
La reforma fue una de las demandas clave de la ola de protestas callejeras que sacudió a Chile desde fines de 2018 por el alto costo de vida, las bajas jubilaciones y oneroso acceso a la salud en uno de los países más desiguales de la región.
En mayo pasado, las elecciones de constituyentes sacudieron a la clase política chilena: la primera minoría son independientes que no se presentaron en representación de ningún partido, muchos de los cuales reniegan de la forma de hacer política habitual en el país.
La primera sesión, cuya fecha coincide con la conmemoración de los 210 años de la instalación del Primer Congreso Nacional de Chile, comienza a las 10 de la mañana (11 hora argentina) con un acto presidido por la secretaria relatora del Tribunal Calificador de Elecciones, Carmen Gloria Valladares, quien pondrá en funciones a los 155 constituyentes.
Luego, se pasará a elegir a las autoridades del cuerpo: presidente y vice. En la antesala, surgieron los nombres de la científica Cristina Dorador, de la periodista Patricia Politzer y la académica y lingüista mapuche Elisa Loncon.
No está claro cuán simple será esa votación ya que la Constituyente arrancará en un clima de tensión y reclamos.
Movilizaciones
Distintas fuerzas que tendrán representación en la Convención Constitucional llamaron a marchar hasta la sede de la constituyente, en el expalacio legislativo.
Una de ellas fue la «Lista del Pueblo», un grupo de 26 constituyentes independientes, que convocó a un «acto de homenaje por todos los que murieron, sufrieron mutilaciones y por los que aún viven el tormento de la injusta prisión política, junto al compromiso de lealtad de nuestros convencionales al pueblo».
Uno de sus reclamos, a los que se plegaron un total de 60 constituyentes en una carta pública, son «garantías democráticas para la sana instalación de la convención», en la que exigen, entre otros puntos, la liberación de presos de la revuelta social de 2019.
«El proceso está partiendo con el pie izquierdo, si es que consideramos que lo ideal era generar los consensos y acuerdos básicos para redactar una nueva Constitución. No estamos discutiendo sobre contenidos, por lo tanto no se ve un panorama tan sencillo. No va a ser una instalación tan fácil», pronosticó en diálogo con la agencia de noticias AFP el académico de la Universidad de Talca, Mauricio Morales.
Pero los independientes no son los únicos que convocaron a marchar antes de la inauguración.
Algunos de los partidos políticos tradicionales también tendrán actividades, como el acto de los constituyentes del Partido Comunista (PC) en Plaza Dignidad y luego la marcha hacia el ex Congreso, o la concentración del Partido Socialista (PS) en el monumento al ex presidente Salvador Allende, ubicado en la plaza de la Constitución, a metros del Palacio de La Moneda.
El Gobierno de Sebastián Piñera se limitó a pedir que las marchas sean «pacíficas». Todo el proceso constituyente desnuda su creciente debilidad política.
La elección de mayo supuso una dura derrota para la derecha chilena, que vio como la coalición oficialista Vamos por Chile obtuvo apenas 37 convencionales electos y no logró llegar al tercio que necesitaba para ser el principal bloque dentro de la Convención Constituyente con el poder del veto.
Del lado opositor, en tanto, los dos comandos de izquierda y centroizquierda, Apruebo Dignidad (28) y la Lista del Apruebo (25), respectivamente, sumaron 53 delegados, lo que sí les permite alcanzar el tercio necesario para vetar iniciativas, pero están lejos de los dos tercios necesarios para aprobarlas.
Otros delegados electos corresponden a la Lista del Pueblo (27), Independientes por una Nueva Constitución (11), Independientes (11) y Pueblos Originarios (17).
El órgano contará con la representación de los pueblos originarios que ocuparán 17 escaños reservados: siete para el pueblo mapuche, dos para el pueblo aimara y uno para cada uno de los otros pueblos: kawésqar, rapanui, yagán, quechua, atacameño, diaguita, colla y chango.