Mientras las piernas piden un descanso, la cabeza no para de imaginar cómo será el próximo festival. Es así como nos sentimos cada año después de los dos intensos días que vivimos en el aeródromo de Santa María de Punilla. Y aunque la cartelera sea de dos días, Cosquín Rock siempre comienza antes, cuando nos enteramos la fecha y su grilla, y también es el día después porque muchos elegimos quedarnos a disfrutar del post shows, observar y escuchar como las diferentes “tribus” comentan lo vivido y emprenden el regreso a casa.
Este año vino con récord de concurrencia, más de 100 mil personas por día. El festival con el género rock como bandera superó todas las expectativas con una innumerable variedad de propuestas que se suman cada año. Existe una renovación generacional con nuevos conceptos y talentos que marcan una evolución tan necesaria como inevitable: Inclusión, respeto y cuidado del medio ambiente, son las bases que el nuevo Cosquín Rock ofrece a las multitudes que lo eligen cada año.
Y si bien vivimos en carne propia como el festival se renueva, por momentos también sentimos que Cosquín siempre será el viejo Cosquín. El sábado teníamos en el sur a los legendarios Turf con sus megas hits, más en el centro del predio el escenario de Montaña estaba a pleno con la energía de Catupecu, que volvía al festival con dos baterías, una de ellas a cargo de un fundador de la banda, Abril Sosa. Y para coronar la jornada escuchar a Skay tocando clásicos ricoteros, a Divididos con sonido arrollador y a un Juanse como en los viejos tiempos colgado de la estructura de luces cantando clásicos de Los Ratones. Mientras que el domingo Ciro, Las Pelotas, Jóvenes Pordioseros, Fito Páez y Babasonicos hicieron lo propio. Sí, Claro. Por momentos estábamos en viejas ediciones.
Nuevos escenarios.
Entre lo más destacado, este año pudimos disfrutar del escenario de Montaña, la producción justamente decidió ganar espacio hacia la montaña para poder brindar una técnica visual y sonora increíble. El regreso de Catupecu Machu, Babasonicos, La Delio Valdez y los toques internacionales de LP y Tiesto fueron algunos de los grandes momentos vividos allí donde por muchos años estuvieron las carpas que cobijaron hermosos momentos. Excelente decisión de montar este nuevo escenario.
También fue muy lindo ver como creció el escenario Boomerang, un espacio que el año anterior fue más íntimo y con una estructura menor, esta edición se montó en otro lugar y con un sonido muy potente. Por allí pasaron artistas en ascenso como Feli Colina, Lisandro Aristimuño, El Zar, 1915 y el cierre electrónico con Polenta. Fue muy lindo ver a las nuevas bandas con un escenario a la altura.
Por su parte La casita del Blues, se ubicó en otro sector pero sin perder la mística que la caracteriza. Buen sonido y comodidad para las personas que eligieron pasar su día allí. Grandes shows y con nivel internacional JJ Thames, Debora Dixon, Don Vilanova y Joanna Maddox fueron algunos de los shows que pasaron. Para resaltar fue lo de Wayra Iglesias, la hija del bajista de La Renga que hizo su debut y tuvo como invitados a su papá en el bajo y a su tío Tanque en la batería. Gran momento del festival.
Lo clásico que nunca falla.
Los nuevos espacios y las modificaciones de otros le aportaron mucho al festival, pero sin embargo los clásicos escenarios Norte y Sur prácticamente ya no tienen diferencias entre la puesta en escena de cada uno. Así es como los más decididos fueron directamente a quedarse con la súper grilla que ofrecía cada espacio en ambos días y otros se veían atraídos por las propuestas alternativas. Para destacar lo temprano que la gente acompaño a Guasones, Ojos Locos, Cruzando el Charco o El Plan de la Mariposa en el Norte ambos días. Además, por supuesto que en las horas pico fue imposible acercarse al escenario por la multitud que acompaño a NTVG, Ciro, Divididos, Skay, Juanse, La Vela Puerca y Las Pelotas.
Por su parte el Sur también se vio casi desbordado y con puntos altos como por ejemplo el de Conociendo Rusia, de increíble ascenso y quien en 2020 debutó en un espacio súper pequeño y solo tres años después (pandemia de por medio) tuvo un show masivo. Fito Paez y un show encendido festejando los 30 años del Amor después del Amor. Airbag y un sonido demoledor, Trueno, Turf, Rels B (lo destacado Internacional de este escenario), Dillom y Catriel junto a Paco Amoroso.
Por su parte el escenario Paraguay también vibro al ritmo de nuevas propuestas sonoras entrelazadas con clásicos como Lila Downs, El Mató a un policía Motorizado, Las Ligas Menores y Mi amigo Invencible. Todo en un espacio súper cuidado y preparado para los cierres a pura fiesta Bresh y Katana.
Números
Cosquín Rock sigue creciendo como festival y sus números visibilizan el impulso a la economía y el turismo regional. Además, es pionero en realizar un estudio de triple impacto (acompañado por el Ministerio de Cultura de la Nación) en el que mide la influencia ambiental y la huella de carbono. Este año movilizaron más de $ 9.000 millones y algunos de sus resultados son estridentes.
La realización del evento construyó 5.600 empleos directos. A esta cifra deben anexarse los empleos indirectos dentro del festival, y los emprendedores e independientes, así como otros agentes indirectos, que impactan es servicios y comercios de la región. Una estimación general supera las 10.000 personas con actividad.
Además Cosquín Rock acentúa su perfil familiar y multigeneracional, con un 24,4 % de asistentes que llegó con sus padres o hijos. Poco más de 50% asistió por primera vez a Cosquín Rock 2023 y casi 80% de los casos compró abono de dos días, lo que impacta fuerte en el turismo.
En cuanto al turismo: La conformación del público arroja que el 60% llega desde afuera de Córdoba. El 30% llega desde Buenos Aires, Santa Fe araña el 15% mientras que la Capital de Córdoba aporta poco más del 20%. Unas 28 mil personas vacacionaron en esta fecha y zona para aprovechar el festival y, del total del impacto económico, cerca de 3000 millones integran el sector turístico, unas de las industrias con mayor derrame social y menos costo medioambiental.
Cosquín Rock siempre mejora.
Para el final, algunos de los asuntos que se deberían mejorar y que generaron ciertas críticas entre asistentes y colegas. Sin dudas que la organización ya habrá tomado nota y tendrá en cuenta para próximas ediciones. De antemano sabemos que de no ser así, este festival no hubiera crecido para ser el más grande de Latinoamérica y uno de los más importantes del mundo.
La aparición de semejante monstruo sonoro como el escenario Montaña o la nueva ubicación del Boomerang y La Casita del Blues era una jugada. En varios momentos se entrelazaban los sonidos del Norte y el Sur con el de Montaña, como así también estando en La Casita del Blues. Varios artistas dejaron un mensaje al respecto por tal motivo. Fito, muy amablemente dijo algo así como: “Me hubieran avisado y tocaba más tarde. Yo no quiero incomodar a nadie con el sonido”. Mientras que Débora Dixon preguntó durante su show: “¿Quién está tocando tan fuerte ahí?”, cuando sonaba Skay a todo volumen en el escenario Norte.
Además, las interminables filas para comprar o canjear tickets de comida y bebida hicieron que más de uno se queje por tal situación. Particularmente y lejos de la queja, no pudimos cubrir el show de LP pero mientras hacíamos la fila para comprar gaseosa, vimos una tremenda performance de Lila Dows. En Cosquín todo se aprovecha.
Por supuesto que en esta crónica solo contamos una pequeña parte de lo maravilloso que es este festival. Verlo crecer año tras año nos llena de orgullo y nos sentimos parte del mismo ya que la producción y la gente siguen confiando en Radio Don como punto de venta y prensa. Así es como CR23 Edición Histórica nos dejó emociones a flor de piel y con ganas de saber la fecha del próximo. Ahí estaremos!
(*) Por Juan «Pipo» Gómez