“One Piece”, serie que adapta con actores reales el manga más vendido de la historia y su anime homónimo, desembarca mañana en Netflix con la misión no solo de hacerle honor al material original amado por legiones de fanáticos, sino de conquistar nuevos públicos. Acompañado de su ecléctica tripulación, One Piece mostrará la historia del joven pirata Monkey D. Luffy, quien emprende un viaje en busca de un tesoro legendario.
“Queremos reescribir la historia de las adaptaciones ‘live action’. Tenemos dos objetivos. No traicionar a los fans. Y que el programa sea amado por aquellos que todavía no conocen ‘One Piece’”, afirmaron hace unos días desde la plataforma.
Esto formaba parte de una misiva que los responsables de la serie le enviaban a Eiichiro Oda, creador de este universo narrativo que sigue las desmesuradas aventuras de Monkey D. Luffy, un para nada típico pirata con cuerpo de goma y su colorida tripulación.
Es que el historial de la transposición de otros títulos del manga y del anime al audiovisual con actores “de carne y hueso”, y mucho más cuando se hace en Occidente, tiene más fracasos que éxitos.
Los filmes “Dragon Ball Evolución” (2009) y la reciente “Los caballeros del zodíaco” (2023) o la serie, también de Netflix, “Cowboy Bebop” (2021), están entre los ejemplos más dolorosos, especialmente por la popularidad de las obras en las que se basaban.
“El tono lo es todo en este programa: si lo hacés demasiado excéntrico, demasiado ridículo, entonces simplemente se vuelve tonto; si no lo hacés lo suficientemente excéntrico o ridículo entonces también parece tonto, así que tenés que encontrar la línea correcta entre las dos”, afirmó Marc Jobst, realizador de la serie.
Jobst, experimentado director de series que pasó por títulos como “The Witcher”, “Daredevil” o “The Punisher”, tuvo a su cargo la realización de los primeros dos de los ocho episodios que componen la temporada inaugural de “One Piece”; aquellos que marcan la pauta estilística, de ritmo y acento de una producción de la pequeña pantalla.
La primera tanda de episodios, que traduce en unas ocho horas las tramas de los primeros 100 números del manga, tiene la aprobación del propio Oda, quien hasta acompañó la actividad promocional previa al estreno pese a su conocido recelo a mostrar su rostro (de hecho lo hizo con la cara “blurreada”).