“Gira la vida, gira y en su gira, se llevará mis días de colegial”, dice un párrafo la canción “Es la nostalgia”, que interpreta impecablemente Jairo. Y realmente, la vida giró, giró muchísimo, durante el último medio siglo, y en ese transitar nuevamente reencontró -días atrás- a varios integrantes de la Promoción 1975 del viejo Colegio Nacional de Eduardo Castex. Y se encontraron nuevamente en una jornada lluviosa, pero ese gris de otoño no los puso triste, sino que se fundieron en un abrazo interminable, donde las lágrimas surcaron sus rostros, las intensas sonrisas se transformaron en carcajadas mientras recordaron algunas anécdotas y recuerdos imborrables de su transitar por las aulas del histórico edificio ubicado en el cruce de las calles Sarmiento y Raúl B. Díaz, en la zona céntrica.
“Hace 50 años que no nos juntábamos, pero además hace medio siglo que algunos de nosotros no nos veíamos. Queríamos recorrer nuevamente las aulas. Esto es una emoción muy grande, porque a esta edad los sentimientos se cuentan de otra forma, porque cuando sos adolescente vemos la vida de otra manera y ahora te das cuenta de muchas otras cosas”, relató la profesora -radicada en Santa Rosa- Adriana Castillo.
Reencuentro.
Recorriendo las instalaciones educativas, estuvieron Pedro Bobillo (ex gerente de la Cospec Ltda), Nelson Rodríguez (ex presidente del Comité de la UCR local), Silvia Bongiovanni y Alicia Castillo que llegó desde la capital pampeana. También desde Santa Rosa arribó María Elena Gallo (creadora del escudo de Eduardo Castex) y desde Colonia Barón viajó Armando Luquese (ex gerente del BLP).
Mientras que la logística de alquilar el salón de eventos con servicio gastronómico, estuvo a cargo de las locales Alicia Ferrero, Marta Opezzo, Luis Ordoñez (ex intendente y actual viceintendente), Hugo Lavigne (ex director del Hospital Pablo F. Lacoste), María Angélica Tamagnone, Juan Carlos Vara, Hugo Re y Mónica Barbero, quienes alquilaron un salón de eventos para almorzar y continuar la juntada hasta altas horas de la tarde.
Unidos y revoltosos.
Las distancias se fueron acortando por intermedio de las redes sociales y los grupos de mensajería instantánea, y forjaron esta emotiva reunión. Todo comenzó “a fines del año pasado”, pero igualmente algunos no pudieron llegar, y otros -seis- lamentablemente ya no se encuentran físicamente.
“Siempre fuimos un grupo hermoso, porque éramos muy unidos y algo revoltosos”, admiten mientras desfilan por el aula “pegada a la estufa a leña”, donde cursaron cuarto año. “Algunas macanitas nos mandamos.
Algunas veces nos fuimos del colegio, y el rector (Lino) Archeri nos fue a buscar en su camioneta y nos trajo a todos en la caja; o cuando tiraron un petardo en la cañería y justo ingresó el profesor Hugo Redondo, y enojado nos tomó una prueba sorpresa”, confesaron. “En el aula de la esquina -continúan- había un sótano, y a veces algunos compañeros se escondían ahí. O el caso de dos compañeros que estuvieron más de dos horas escondidos en un armario, porque hubo un cambio de horario y las materias las daban dos hermanas, así que no podían salir porque sino los iban a pescar. Cositas muy inocentes y graciosas”, agregan.
“Viajé con estos sabandijas”.
“El objetivo fue reencontrarnos para celebrar la vida después de tantos años sin vernos”, resaltaron. Y no pueden entender que después de tantas vivencias, la vida los llevó por caminos tan distantes que impidió tomar un café o un mate a lo largo de cinco décadas.
“Hicimos viajes a Carlos Paz, a Córdoba, San Juan y San Luis, compartíamos todo, todos los días y ni hablar los fines de semana”, memorizaron. “Íbamos con profesores”, recordaron.
E inmediatamente el profesor jubilado Santiago Bregani, que estuvo acompañado por su ex colega Ethel Bruno, acompañando a sus ex alumnos, testificó: “Los acompañé en un viaje a los hoteles de Embalse Río Tercero, con mi esposa -Betty- y mis dos hijos mayores -Paulo y Sara-.
Les daba Castellano a estos sabandijas. Y el portero Saoretti fue como profesor de Italiano. Estuvimos una semana. A la noche estos vagos se juntaban en las piezas y hacían achurías, timbeaban y se divertían. Pero, todos eran buenos alumnos y buenos pibes”, aseguró.
Ethel Bruno fue profesora de actividades plásticas hasta 1982, cuando renunció por cuestiones familiares. “Eran grupos muy lindos, hoy los encuentro en la calle y a veces no los conozco porque ellos están grandes, así que imagínate lo viejo que estamos nosotros”, expresó entre risueña y emocionada.
“Celebrar la vida”.
“Esto es muy lindo porque hace 50 años que egresamos, y con algunos no nos vimos más. Cuando iban llegando a algunos no los reconocía después de tantos años, pero sería lindo que a partir de ahora nos pudiéramos reencontrar todos los años para celebrar la vida”, expresó Orlando Roggia, quien reside en la zona rural cercana a la provincia de San Luis.
Luquesi recorrió varios destinos por su labor bancaria, pero siempre recordó a sus compañeros de “la secundaria”. “Guardamos muy lindos recuerdos, los profesores que tuvimos y los momentos compartidos”, enfatizó.
Y no menos conmocionada se encontraba Ethel Bruno: “Estoy emocionada y muy contenta de poder venir a esta edad a contar lo vivido”, expresó.
“Casi todos tenemos los mismos achaques, imagínate que somos clases 1956 y 1957, ya tenemos nuestros años”, expresaba -risueño- Roggia, mientras que cercano Luis “Pinocho” Ordoñez asistía que esa fue “la mejor época de mi vida”. Y el contador Pedro Bobillo narró que tras egresar “cada cual siguió su camino, hizo su familia, hicimos carreras universitarias e hicimos otros grupos, pero siempre lleve este grupo adentro mío”.
Y así fueron desovillando anécdotas durante toda la jornada, para cumplir con esa premisa de “celebrar la vida”. Por como canta Axel, “celebra la vida, que nada se guarda, que todo te brinda, celebra la vida, segundo a segundo y todos los días”.