Un padre de crianza fue condenado hoy a 14 años de prisión por el delito de abuso sexual agravado en perjuicio de su hija. A su vez la abuela paterna de la niña, también de crianza, recibió una pena de 10 años por el mismo delito.
La sentencia fue dictada por el juez de audiencia santarroseño, Carlos Besi, tras la realización del juicio oral. Durante los alegatos finales, la fiscala Micaela Sucurro y la defensora oficial, Vanesa Ortiz –actuando como querellante particular en nombre de la víctima, quien consideraba al imputado como su padre verdadero y a la imputada como su abuela de sangre – habían pedido penas de 16 y 10 años respectivamente.
Por su parte, el defensor oficial Juan José Hermúa alegó por la absolución de la abuela y el defensor particular, José Ramón Rodríguez, al aceptar la autoría de los hechos por parte del progenitor, requirió que se le imponga el mínimo de ocho años de prisión.
Con las pruebas incorporadas durante el debate, Besi dio por probado que, sin poder precisar fechas exactas, pero en reiteradas oportunidades, el padre de crianza abusó de la niña durante tres años, desde que tenía 11 y hasta los 14. También que le tapaba la boca con sus manos para que no se escucharon los gritos y/o llantos. Los hechos ocurrieron de todas las noches, de lunes a viernes, en la casa familiar donde ambos convivían con la ‘abuela’ paterna y otros dos hijos de ella.
En una oportunidad, se describió en el fallo, la abuela ingresó a la habitación, los destapó, vio a su hijo desnudo y se retiró “sin decir nada”. Al otro día le dijo a la niña que “sabía lo que estaba pasando, pero que no iba a hacer nada porque su hijo no iba a ir preso por una pendeja atorranta como ella” (sic). Como consecuencia de esos actos sexuales, la niña quedó embarazada y su hijo nació cuando tuvo 14 años.
El juez también dio por probado que, luego de denunciar a su padre de crianza por abuso sexual, la niña mantuvo una conversación telefónica con la abuela y esta le manifestó que si quería ver a su hijo tenía que retirar la denuncia. En ese momento, la denunciante estaba viviendo en un hogar dependiente de la Dirección General de Niñez, Adolescencia y Familia –huyó cansada de los abusos– y su pequeño hijo había quedado al cuidado de su padre y su abuela de crianza.
En definitiva, Besi condenó al padre a 14 años de prisión por abuso sexual con acceso carnal de una menor de 13 años y mediando violencia, y abuso de poder físico y psíquico, agravado por ser cometido por el encargado de la guarda y aprovechándose de la convivencia preexistente con una menor de 18 años; como delito continuado. A su vez valoró los hechos en las leyes 26.061 de Protección Integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes y 26.485 de Protección Integral a las Mujeres.
A su vez le mantuvo la prisión preventiva hasta que la sentencia quede firme y/o ejecutable y las medidas alternativas de restricción absoluta de acercamiento y de cualquier tipo de contacto con la damnificada hasta la finalización del proceso.
Por otro lado, la abuela de sangre fue condenada a 10 años de prisión por haber cooperado para la perpetración del delito de abuso sexual con acceso carnal, cometido en perjuicio de una menor de 13 años y mediando violencia y abuso de poder físico y psíquico, agravado por ser cometido por el encargado de la guarda y aprovechándose de la convivencia preexistente con una menor de 18 años; ello como delito continuado; en concurso real con el delito de coacción.
Besi ordenó el arresto domiciliario de la mujer, con vigilancia policial electrónica permanente, hasta que el fallo quede firme y/o ejecutable y su detención inmediata una vez que ello ocurra.
