El primer gobernador de La Pampa, Salvador Ananía, y su ministro de Acción Social, Rodolfo Desperbasques, tuvieron mucho en común con el que fue presidente en 1973, Héctor Cámpora. Los tres eran de Buenos Aires, fueron compañeros de estudio en Odontología en Córdoba, dirigentes del primer peronismo y terminaron presos cuando cayó el gobierno de Juan Domingo Perón. Aún se conserva la carta que en 1973, cuando asumió Cámpora, le envió a Ananía en agradecimiento por su saludo.
Salvador Ananía nació en 1914 en Pehuajó, Buenos Aires. Era el menor de 9 hermanos, de una familia de arrendatarios italianos que se afincaron en la zona provenientes de Savelli, un pequeño pueblo del sur. Comenzaron arrendando tierras en la estancia La Esperanza y hacia fines de 1930 compraron 150 hectáreas. En los años 30, mientras sus hermanos y hermanas iban proyectando su futuro, Salvador y su sobrino Francisco (hijo del mayor de los hermanos, Leonardo), con quien apenas se llevaban tres años, fueron enviados a estudiar a Córdoba. La familia decidió que continuaran la universidad para tener una profesión.
La amistad en Córdoba
Ananía se instaló en una pensión de la calle Chaco, en el Barrio Clínicas. Estudió Odontología y allí conoció a dos compañeros: Cámpora y al “Petiso” Desperbasques. Con el segundo tendría más relación.
El periodista Miguel Bonasso en su libro “El presidente que no fue”, indica que Cámpora vivía en una casa de la calle La Rioja. Era el lugar de “la pandilla estudiantil”. También ubica allí al “mosquetero gascón” Rodolfo Desperbasques. “La vida de Héctor y sus amigos estaba bien viva en aquella Córdoba de los treinta”, describe.
“También había que estudiar y recibirse. Todos los miembros de la pandilla lo lograron, sin dedicarle un excesivo esfuerzo”, afirma. Cámpora, que era oriundo de Mercedes, había ingresado a la Facultad de Odontología en marzo de 1929 y egresó en diciembre de 1933. Cursó un plan de 23 materias en una carrera de cuatro años. Posteriormente se instaló en San Andrés de Giles.
Desperbasques, recuerda su hijo Alejandro Rodolfo consultado para este artículo, era de un pueblo que se llama Croto, en jurisdicción de Tapalqué, en Buenos Aires. Y se radicaría posteriormente en Capital Federal.
Por su parte, Ananía se radicó en General Pico donde ya vivían dos amigos que trabajaban en la sucursal del Banco Nación. En 1943 ya había instalado su consultorio odontológico. El 31 de marzo de 1945 contrajo matrimonio con Elvira Rodríguez, hija del dueño de El Almacén Inglés. El tenía 31 años y ella 20. Tuvieron tres hijos, María Susana, José Luis y María Gabriela.
El primer peronismo
Ananía, que provenía de familia radical, recaló en el peronismo de la mano del nacionalismo universitario y junto con Cámpora y Desperbasques se sumarían al primer peronismo, recuerda Leonardo Ananía.
Cámpora en 1944 fue designado comisionado municipal de San Andrés de Giles y dos años después asumiría como diputado nacional por Buenos Aires. En 1949 fue padrino de bodas de Desperbasques.
En General Pico, Ananía fue jefe partidario local y en 1952 designado como ministro de Economía del interventor del Territorio Nacional de La Pampa, Jorge Peláez, un médico amigo a quien conocía de Pehuajó, ambos vinculados a Juan Duarte, hermano de Eva Perón. En 1951 cuando se creó la Provincia Eva Perón fue el candidato a gobernador, y ganó el 12 de abril de 1953 las primeras elecciones. Cuando asumió en 1954, convocó a su amigo, Desperbasques, al frente del Ministerio de Acción Social.
El 1 de febrero de 1955, Ananía fue víctima de un atentado perpetrado por quien había sido su ministro, Justo Tierno, al que había desplazado del cargo. Ese día, frente a la CGT durante un acto en memoria de Eva Perón, cuando iba a dejar una ofrenda floral, Tierno le disparó tres veces hiriéndolo en dos. Desperbasques, que estaba a su lado, golpeó a Tierno para desarmarlo, quebrándose un dedo. Tierno sería sometido a juicio por intento de homicidio que duró menos de ocho meses y liberado cuando llegó la Revolución Libertadora.
Ananía estuvo al borde de la muerte, e internado varios meses y volvió a asumir poco antes del golpe contra Perón.
El hijo de Desperbasques recordaría: “Una de las veces que vi a Ananía fue en la playa, y recuerdo que tenía unas marcas que me dijeron que eran de balas”.
Los días en la cárcel
Con la caída del presidente Perón en septiembre de 1955, los tres amigos iban a sufrir el destino de muchos dirigentes del peronismo. Ananía entregó el gobierno a la intervención militar, junto con Desperbasques, y ambos fueron encarcelados durante meses en la Unidad Penal de Santa Rosa. Se les iniciaron varias causas por las llamadas Comisiones Investigadoras, que finalmente no prosperaron.
Cámpora fue encarcelado en el Penal de Ushuaia, donde permaneció hasta diciembre de 1956. Luego fue trasladado a la Cárcel de Río Gallegos de donde escaparía el 18 de marzo de 1957 hacia Chile junto a otros cinco dirigentes peronistas: Jorge Antonio, Guillermo Patricio Kelly, John William Cooke, Pedro Gomis y José Espejo.
Durante la llamada Revolución de Valle el 9 de junio de 1956, que triunfó en La Pampa, Ananía y Desperbasques serían liberados por unas horas. Después permanecería algunos meses más detenido. Posteriormente, regresó a General Pico y Desperbasques se exilió en Uruguay.
La vuelta a la política
En 1971, Cámpora su designado como delegado personal de Perón en el país. Ananía, que continuó en la actividad como productor agropecuario en su campo sobre la ruta 6 y como directivo del club Independiente, dejaría la política activa.
El 17 de noviembre de 1972, Perón regresó al país desde España luego de 17 años de exilio. En el avión que lo trajo de regreso, además de Cámpora, también estuvo Desperbasques entre las y los pocos invitados en ese vuelo.
Cuando llegaron las elecciones, Ananía que era el número puesto por el peronismo de Pico para candidato a gobernador, prefirió hacerse a un lado y el elegido fue José Regazzoli. Cámpora fue electo presidente y Desperbasques diputado nacional por Buenos Aires.
El 13 de abril de 1973, Ananía recibió una carta del presidente Cámpora. En ella le agradecía el saludo de su ex compañero en Córdoba.
(*) Por Norberto G. Asquini