El arranque de la campaña en La Pampa dejó en claro que cada espacio político tiene su propio modo de pararse frente a las elecciones de octubre. El primer fin de semana de movimiento dejó una postal significativa: la Expo Apícola de Doblas. Allí se mostraron Abelardo Ferrán, candidato a diputado nacional del peronismo, y Federico Guidugli, postulante radical, recorriendo los stands, saludando a productores y defendiendo la producción pampeana. Un gesto de campaña clásico, obligatorio, pero que marca un rumbo: instalar una agenda vinculada a la producción y a la defensa de la provincia frente a las políticas nacionales.
En la vereda opuesta, el candidato libertario Adrián Ravier eligió la ausencia. Se guardó de los escenarios públicos y de las declaraciones a medios provinciales tras el estallido del escándalo de las coimas que involucra a Karina Milei en la Agencia Nacional de Discapacidad. Esa cuestión lo condiciona: donde vaya, difícilmente podrá esquivar la pregunta incómoda, y hasta el escrache, aunque no sea de la magnitud de los que se vieron por televisión. Y por eso su estrategia parece limitarse a una campaña digital, con redes sociales y portales «falopa», como descubrió Diario Textual, que no son de medios periodísticos sino de páginas que intentan simular noticias para sostener un discurso centrado en la batalla cultural y en la defensa cerrada de Javier Milei. Por supuesto, con fondos públicos.
La diferencia es evidente. Peronismo y radicalismo, con estilos distintos, con convicciones distintas, plantean una agenda de cercanía: defensa en el Congreso de la obra pública, de los sectores más vulnerables, de la producción regional y del freno al ajuste nacional. Se ubican en un plano que busca proteger a La Pampa de la motosierra presidencial, cada uno intentando capitalizar desde su espacio.
El peronismo, con una línea de resistencia desde un primer momento por parte de la gestión de Sergio Ziliotto; Guidugli navegando por la avenida del medio pegándole al PJ y a La Libertad Avanza, casi al modo de Provincias Unidas, si bien en la UCR hay sectores que comulgan con acompañar el derrotero violeta a nivel nacional.
El candidato libertario, en cambio, aparece atado a los límites de su propio espacio. ¿Dónde puede hacer campaña en territorio? Difícilmente en la Universidad Nacional de La Pampa (salvo entre los que conoce), en una cooperativa, en una escuela, en un centro de jubilados o en una institución vinculada a la obra pública, porque en todos esos lugares el ajuste nacional golpea de lleno. No puede hablar de viviendas, porque los programas están frenados; tampoco de rutas, porque se paralizaron obras claves; mucho menos de salud o seguridad social. Ferrán y Guidugli han visitado los pueblos del interior durante su carrera política, Ravier no los conoce. Apenas al libertario le queda el campo, ya que el grueso está más que cómodo con Milei, y un sector del electorado antiperonista a ultranza, que se aferra más a una agenda de rechazo que a propuestas concretas. Por supuesto, hay un votante libertario que no se muestra y que todavía se aferra a la esperanza de un dólar con aires de estallar y una inflación contenida.
Por eso octubre se juega con dos agendas en la provincia. Una, la de Ferrán y Guidugli, que buscan conectar con las preocupaciones cotidianas de los pampeanos, apostando a la cercanía y a la defensa de lo propio. La otra, la del libertario, reducida a las redes sociales, la defensa de Milei y el recurso gastado de agitar fantasmas del kirchnerismo en una provincia donde ese tema es periférico.
La pregunta que sobrevuela es inevitable: diputados, ¿para qué? ¿Para representar a La Pampa en defensa de su producción, su obra pública y su gente? ¿O para ser voceros de una agenda nacional que poco y nada tiene que ver con la realidad de la provincia?
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista)