La Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia explicó que los delincuentes atraen la atención de usuarios de dinero digital para hacerse de datos personales y robarles, hacer consumos con sus tarjetas o pedir préstamos de rápido otorgamiento.
El fraude y estafa en cuentas bancarias, como el robo de claves de acceso a homebanking o de datos de tarjetas de crédito, fue uno de los delitos que más creció el año pasado al pasar de 22 casos denunciados en 2019 a 641 en 2020.
Esta cifra representa un incremento de casi el 3.000 por ciento tras el vuelco masivo de usuarios a canales digitales durante la pandemia, según datos de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci).
Las estafas pueden tener llegar a tener formas más o menos elaboradas, pero, en todos los casos, se trata de estrategias con las que los delincuentes atraen la atención de usuarios de dinero digital para hacerse de datos personales y, entonces, robarles dinero, hacer consumos con sus tarjetas o pedir préstamos de rápido otorgamiento.
«Hasta antes de la pandemia este tipo de delito se venía dando más a cuentagotas. Si bien era algo que estaba presente, nunca se había dado con tanta virulencia como cuando empezó la cuarentena», señaló a Télam Horacio Azzorin, fiscal de la Ufeci.
Desde entonces arreciaron casos de personas con cuentas bancarias o tarjetas de crédito asociadas contactados por delincuentes a través de redes sociales, correos electrónicos o hasta llamados telefónicos para ofrecerles supuestas promociones exclusivas, la solución a un inconveniente operativo o hasta regalos o beneficios especiales.
«Hasta antes de la pandemia este tipo de delito se daba a cuentagotas. Nunca se había dado con tanta virulencia como cuando empezó la cuarentena»